A menudo se ha tratado de considerar a Jardiel (al igual que a Mihura, compañero de generación) como un pionero del llamado 'teatro del absurdo', aunque a mi parecer sin demasiada base científica. Basta profundizar un poco en las comedias de Jardiel -diálogos, situaciones, escenarios- para darse cuenta de que las diferencias entre estas y el teatro del absurdo son sustanciales, tanto en su forma como en sus intenciones últimas. Quizá al teatro de Jardiel se le podría calificar de 'inverosímil' más que 'absurdo'.
Resulta obligado, pues, hacer una referencia, siquiera sea sucinta, a la esencia del teatro del absurdo, poniéndolo en relación con las comedias de Jardiel para ver si hay alguna similitud entre aquél y éstas.
Bajo la denominación de “Teatro del Absurdo” se suele englobar una tendencia en la literatura dramática que emerge en París en la década de los cuarenta y principios de los cincuenta, que se manifiesta en especial, en las obras de Arthur Adamov, Fernando Arrabal, Samuel Beckett, Jean Genet, Eugene Ionesco y Jean Tardieu.
Lo primero que llama la atención es que todos los autores citados, aun cuando puedan tener procedencias diversas, presentan la característica común del idioma. Beckett es irlandés de nacimiento, y escribe en inglés, pero así mismo lo hace en francés. Lo mismo sucede con Arrabal, español de nacimiento pero francés de crianza y de letras, al menos durante una importante parte de su vida. Y más claro aún resulta el caso de Ionesco, a quien muy pocos consideran un escritor rumano, pese a haber nacido en Rumanía.
Se han encontrado precedentes del teatro del absurdo en ciertas obras alegóricas medievales y en los autos sacramentales del barroco español, o, más recientemente, en la forma literaria llamada non-sense (practicada por Edward Lear y Lewis Carroll, principalmente), e incluso en la obra de Joyce y Kafka. Más clara parece sin embargo la influencia del drama grotesco de Alfred Jarry, por volver al entorno francófono, o las farsas de Georges Feydeau. Algunos movimientos vanguardistas, como el dadaísmo o el surrealismo, también pueden ser el germen de lo que posteriormente se conoce como 'teatro del absurdo'.
Cuando en 1938 Artaud publica “El teatro y su doble”, está ya sentando las bases de esta corriente literaria que tanta influencia tendrá en la literatura dramática del siglo XX.
La denominación del término absurdo para referirse a esta clase de obras, es empleada expresamente por algunos pensadores existencialistas. Así, para Albert Camus, la humanidad debía resignarse a admitir que no es posible ofrecer una explicación absolutamente racional del universo, y en ese sentido y por consiguiente el mundo debe ser visto como algo absurdo.
Sea como fuere, lo cierto es que hacia 1940 comienza a tomar forma una tendencia literaria -fundamentalmente dramática- caracterizada por la incorporación de imágenes oníricas, ambientes cerrados y de pesadilla, basado en el reflejo de las emociones internas de sus personajes.
El teatro del absurdo se extendió posteriormente, rebasando las fronteras francófonas. Y así, encontramos exponentes de esta tendencia entre los autores ingleses (Harold Pinter, Tom Stoppard), alemanes (Peter Weiss), estadounidenses (Edward Albee), o centroeuropeos (Slawomir Mrozek, Vaclav Havel), etc.
Las obras de este género carecen por lo general de argumento, o si lo tienen, suele ser obsesivo, repetitivo, escasamente dramático. Los escenarios resultan desoladores y prácticamente vacíos, desnudos de todo adorno o ropaje. Todo ello da la sensación de estar envuelto en una pesadilla. Y esto, como dije al principio, es completamente opuesto a la dramaturgia de Jardiel, cuya estética es precisamente lo contrario: lujosas mansiones, profusión de entradas y salidas, incluso con puertas o rampas secretas, y un cuidado en cada detalle para no dejar nada a la improvisación. Esto por lo que se refiere a los escenarios. Y respecto a los diálogos, si bien en el teatro del absurdo no se renuncia a la comicidad, no es esta desde luego la función principal de la obra. Ni siquiera lo cómico tiene que ser característico del teatro del absurdo. Muchas veces estamos más cerca del drama; si aparecen destellos de locura en algún personaje, es más un rasgo trágico que cómico. En el teatro del absurdo los locos no son felices con su patología, mientras que esos personajes disparatados que introduce Jardiel en sus comedias rebosan alegría, vitalidad y optimismo.
Las obras del teatro del absurdo quizá tengan un mensaje subliminal, quizá pretendan que el espectador extraiga una moraleja o una lección, aunque las más de las veces empiezan igual que terminan, con el espectador/lector encogiéndose de hombros y abandonando el escenario con un regusto agridulce, mezcla de indignación y de perplejidad. El final es lo de menos; la obra podría prolongarse muchas veces de forma indefinida más allá del tiempo. Lo que tratan de reflejar las piezas del teatro del absurdo es el hastío existencial, la insatisfacción vital. Jardiel en cambio busca la diversión, la risa, el humor puro. El teatro de Jardiel no se prolonga hasta el infinito, sino que nace, vive y muere, o dicho de otra forma, mantiene los tres postulados clásicos: planteamiento, nudo y desenlace, y difícilmente queda un nudo sin desatar ni un fleco suelto. Esto obviamente no sucede en las piezas encuadradas en el teatro del absurdo, en donde no hay explicaciones, ni finales.
Ahora bien, aunque en general el teatro de Jardiel se halla bastante alejado de la corriente del 'teatro del absurdo', tal y como acabamos de exponer, no faltan en sus comedias abundantes rasgos de humor absurdo, como puede verse en los siguientes ejemplos:
En [USTED], cuando Francisca, despechada por Sergio, se pone a llorar, Oshidori, el criado, le ofrece una silla para que llore más tranquila, y ella muy digna afirma que 'sabe llorar de pie', a lo que Oshidori vuelve a replicar: Pero es que sentada lloraría la señora mucho más a gusto… Y tras sentarse en el sillón, Francisca comenta: ¡Pues es verdad! ¡Qué bien se llora así! ¡Se llora divinamente!
En [ELOÍSA], durante el prólogo, uno de los espectadores comenta que “nos han dao unas butacas muy laterales, de esas que hacen ver la película de perfil, y tos los personajes me se antojan el traidor”, idea ésta por cierto que ya incorporó en alguna de sus novelas.
En [MARIDO] hay una serie de 'diálogos de besugos' que entran de lleno en el absurdo, destacando en especial el que sostienen Leticia y Gracia, a propósito de Díaz, el experto en trajes antiguos que no sabe nada de trajes antiguos, y que pretende colocarse como empleado en el negocio de seguros de su marido. Aunque resulte un poco largo, conviene recordarlo por tratarse de una verdadera joya:
G: - Oye, ¿quién es este señor?
L: - Un especialista en trajes antiguos.
G: - ¿Y a qué se dedica?
L: - Nunca se lo he preguntado.
G: - ¿Ha venido a deciros cómo teníais que poneros los trajes antiguos?
L: - Ha venido a ver si Pepe le coloca en su Compañía de Seguros.
G: - Entonces, ¿vive de los seguros?
L: - No. Vive de los trajes antiguos.
G: - Es que, al parecer, no sabe una palabra de trajes antiguos.
L: - Por eso querrá colocarse en la Compañía de Seguros.
G: - ¿No sabiendo de seguros?
L: - No sabiendo de trajes antiguos.
G: - Pero vamos a ver… Para colocarse en una Compañía de Seguros, ¿importa algo que no sepa nada de trajes antiguos?
L: - No… Pero ¿quieres decirme qué obstáculo hay para que, no sabiendo de trajes antiguos, se coloque en una Compañía de Seguros?
G: - ¡Caramba! ¡Pues el que no sabía nada de seguros!
L: - Pero mujer, tampoco sabe nada de trajes antiguos!
En [MADRE], hay algunos rasgos de absurdo, pudiendo entresacar éste: Sí, el duque murió hace tres años. Por cierto, que como era tan alto, tardó en morirse más de dos semanas.
En [SEXO], asistimos al siguiente diálogo entre Mengana, una sirvienta, y Román, su novio:
- En su familia nunca ha habido sabios.
- Ya se les ve que es gente decente.
- Y porque ellas no han tenido nunca antepasaos.
- Y han hecho muy bien. ¡Pudiendo...!
Y en una conversación entre Lila y su sobrina Tilendi, se lee lo siguiente:
- Poco cerebro tenía yo antes de estos tres días, Tilendi; pero lo que es ahora, estoy que me preguntas cuántas son dos y dos... ¡y te digo que cuatro!
- Tía Lila... Pues sí que estás muy mal, porque dos y dos son cuatro, en efecto.
- ¿No te digo? ¡Ahí tienes! Y yo hubiera jurado que eran cuatro.
O más adelante, en una conversación entre Lila y Fermín, aquélla pregunta: ¿Usted no necesita un perro?, a lo que éste responde: No señora, yo veo perfectamente.
En [CARLO] encontramos igualmente algunos comentarios en el más puro estilo del absurdo: “El camarero tarda tanto en servir, que aquí el té de las cinco lo tomamos siempre a las ocho y media”, o, por seguir con alusiones culinarias, cuando Dupont afirma que sabe hacer la sopa al cuarto de hora en cinco minutos, o finalmente, cuando un personaje se pregunta, después de que le han vertido sin querer el café en la ropa: ¿se me verá mucho la mancha? Y le contestan: Poniéndose otro traje, no.
En [MARGARITA], cuando uno de los personajes comenta que “Nos va a pillar el amanecer subiendo Peguerinos”, replica Luz de Bengala: ¡Qué bien! Con lo que a mí me gusta amanecer cuesta arriba…
También es una forma de absurdo el empleo de la lógica 'sui generis' que hace Baselgo, en [MADRE], al explicar que está de permiso penitenciario: “...Pero me vuelvo al penal esta misma noche, porque si me retraso de los días concedidos, me expongo a que ya no me dejen entrar”. O el razonamiento un tanto peculiar que en [BLANCA], emplea la protagonista a la hora de demostrar el tiempo que tiene una de sus pieles de zorro: “medio año que he llevado yo puesta la piel y cuatro años y medio, por lo menos, que la llevó el zorro, suman cinco”.
© Juan Ballester
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domingo, 30 de marzo de 2014
domingo, 16 de diciembre de 2012
Personajes
Diccionario de personajes y escenarios de la literatura
española.
(José Antonio Pérez-Rioja)
Editorial Península, 1997
Este curioso diccionario menciona, entre sus casi 2.000 entradas, cinco personajes de Jardiel, con un criterio de
selección bastante extraño, pues deja fuera algunos arquetipos como los médicos
chiflados (Cumberri, Ansúrez, Bremón), algunas mujeres fatales, padres
deshonrados (don Marcial), etc., y en cambio dedica una entrada independiente a
algunos de dudosa trascendencia. Veamos en todo caso lo que dice de alguno de
los personajes de Jardiel:
Adelaida: Protagonista de la comedia de humor en
verso de Enrique Jardiel Poncela El sexo débil ha hecho gimnasia (1946), la
cual nos recomienda: “Y tal vez, la mejor de las recetas / es quitar de las
casas los retratos / de todos los sensatos / y poner en su sitio a los poetas”.
Angelina: De la comedia de humor –llevada al cine- de
Enrique Jardiel Poncela Angelina o el honor de un brigadier. A la vez coqueta e
incauta, sucumbe al final ante el encanto varonil y seductor de Germán, en
medio de la sorpresa y el disgusto de familiares y amigos. Se trata de una
sátira deliciosa de la sociedad española de fines del XIX.
Blanca: Coprotagoniza, con Rosa, la comedia
humorística de Enrique Jardiel Poncela Blanca por fuera y Rosa por dentro
(1943); son dos hermanas, una fea y simpática, y la otra guapa pero de mal
carácter. Aquélla ha muerto, Rosa vive y pierde la memoria en un accidente,
tras del cual adquiere la fisonomía de Blanca, y empieza a enamorarse de su
cuñado ante el estupor de su propio marido.
Eloísa: Figura central de la comedia de humor de
Enrique Jardiel Poncela Eloísa está debajo de un almendro (1940), aparece
envuelta en una trama de misterio policíaco, aunque desarrollado en un ambiente
de farsa guiñolesca.
Enajenado: El protagonista de la comedia de Enrique
Jardiel Poncela Agua, aceite y gasolina (1946), es un enajenado mental que
recobra la razón creyendo que ha recuperado el afecto de su antigua enamorada,
la cual, en realidad, es una muchacha muy ingenua que se ha prendado de él.
jueves, 29 de noviembre de 2012
Animales en escena
No son raras las apariciones o referencias a animales en las comedias de Jardiel, en especial a perros y a gatos. Aparte de los propios títulos que hacen referencia a estos animales (El amor del gato y del perro, Las siete vidas del gato), podemos recordar ahora los siguientes:
Perros:
En El amor solo dura 2.000 metros, el duque de Blois lleva bajo el brazo un chucho cochambroso y pequeñísimo llamado paradójicamente “Carlomagno”, del cual dice descender del mastín de María Antonieta y del terranova del cardenal Richelieu.
En El pañuelo de la dama errante, aparece un perro llamado “Charles Boyer”, con un relativo peso específico en el desarrollo de algunas escenas.
En El sexo débil ha hecho gimnasia, son dos los perros que de alguna manera adquieren protagonismo: uno de ellos, en el primer acto, que está metido en una cesta, y el otro, una perrita llamada “Fernanda” (óbservese su nombre de persona, en contraste con los personajes de la obra, que suelen tener nombre de animal). Esta “Fernanda” ha tenido cachorritos, aunque ni la madre ni las crías aparecen en escena.
El protagonista de Una noche de primavera sin sueño dice tener un perro llamado “Kant”, como el filósofo alemán, que duerme en su cama, mientras él lo hace en un diván.
Y por supuesto, no podemos olvidarnos de Eloísa está debajo de un almendro, en donde dos enormes perros llamados "Caín" y "Abel" hacen acto de presencia en el escenario, atados con sendas correas que maneja Micaela.
Gatos:
En cuanto a los gatos, hay referencias más o menos explícitas en Las siete vidas del gato, El amor del gato y del perro y Eloísa está debajo de un almendro, y en esta última, incluso, aparece una gata en brazos de Ezequiel, que posteriormente mete en una maleta.
Respecto de otras especies animales con mayor o menor presencia sobre el escenario, hay que señalar las siguientes:
En Las cinco advertencias de Satanás, Coral, la protagonista, vive con seis peces en un acuario, animales que tienen la ventaja, según ella misma dice, de que no opinan.
En El amor solo dura 2.000 metros, un periodista porta en una caja unas palomas mensajeras, que emplean para hacer llegar las noticias hasta la redacción de su periódico.
En Los habitantes de la casa deshabitada es nada menos que un burro, cuya simple aparición en el escenario causa sorpresa en el espectador y contribuye en buena medida a potenciar la risa. También en el primer prólogo de Flotando en el éter hay diversas alusiones a una burra que se está muriendo y que responde al nombre de 'Cirila'.
En Tú y yo somos tres, hay varias referencias a un loro llamado “Manolete”, que tiene la particularidad de que sólo habla estando a la intemperie, y que muere de desnutrición, por la desidia de sus dueños, al comienzo del segundo acto.
En Eloísa está debajo de un almendro se comenta en varias ocasiones que Micaela colecciona búhos, aunque éstos no llegan a aparecer en escena.
En Flotando en el éter, Nicasio, el boticario, tiene su estudio lleno de bichos disecados, colgando del techo: búhos, águilas, gatos, y hasta un caimán pequeño.
En la versión cinematográfica de Angelina o el honor de un brigadier, es una mona amaestrada, llamada "Josefina" la que adquiere especial protagonismo, así como un loro, traídos ambos por el brigadier de uno de sus viajes a Filipinas.
Y en fin, a título meramente anecdótico podríamos señalar igualmente que en la pieza breve titulada La abnegación de Domingo, aparece en escena una serpiente que sabe hablar perfectamente como las personas.
© Juan Ballester
sábado, 10 de noviembre de 2012
Títulos
Un aspecto que inmediatamente llama la atención en las comedias de Jardiel es el de sus títulos. Una característica común a casi todos ellos es su longitud (Como mejor están las rubias es con patatas, Cuatro corazones con freno y marcha atrás, etc.). En este sentido, Tú y yo somos tres (5 palabras), Madre (el drama padre) (4 palabras) o Un adulterio decente (3 palabras) constituyen la excepción. Quizá el récord se lo lleva una comedia apenas esbozada, que sabemos que se iba a titular Oh París, ciudad sirena, que estás siempre junto al Sena...
Sorprende la capacidad de Jardiel para encontrar títulos ocurrentes, que predisponen al lector o al espectador a esbozar una sonrisa: Un marido de ida y vuelta, El sexo débil ha hecho gimnasia, Tú y yo somos tres, etc.
En varios de ellos aparecen o hay alusiones a la vida y la muerte: El cadáver del señor García, Las siete vidas del gato, Eloísa está debajo de un almendro. Y además, dos comedias que llevaban la muerte en su título, fueron rebautizadas con posterioridad a su estreno: Morirse es un error (más tarde Cuatro corazones...) y Lo que le ocurrió a Pepe después de muerto (más tarde Un marido de ida y vuelta).
En no pocos casos, los títulos plantean la cuadratura del círculo, introduciendo elementos antagónicos: Los ladrones somos gente honrada; Los habitantes de la casa deshabitada, Un adulterio decente, Tú y yo somos tres, El sexo débil ha hecho gimnasia. Fijémonos, como si de una operación matemática se tratase, en las siguientes premisas:
ladrones = gente honrada
habitante = deshabitada
tú y yo = tres
adulterio = decente
débil = gimnasia
Algunos títulos consiguen la comicidad a base de sugerir reminiscencias de otras piezas: Así, Una noche de primavera sin sueño, parece trasladarnos a Shakespeare, y Margarita, Armando y su padre nos hace recordar a los personajes de La Dama de las camelias. En cambio, Es peligroso asomarse al exterior, que parte del mismo argumento que Marcela o, ¿a cuál de los tres?, no nos sugiere sin embargo paralelismo alguno con la obra de Bretón de los Herreros.
En alguna ocasión, el título está basado en el juego de palabras o en la deformación de un refrán o frase hecha: Carlo Monte en Montecarlo; Las siete vidas del gato.
Claro que también hay títulos con tintes poéticos (El pañuelo de la dama errante; Eloísa está debajo de un almendro, Flotando en el éter) e incluso todo lo contrario, prosaicos y desafortunados (Agua, aceite y gasolina).
Las referencias numéricas aparecen mucho en los propios títulos, lo cual no deja de ser un dato curioso: Un adulterio decente, El amor sólo dura dos mil metros, Tú y yo somos tres, Cuatro corazones con freno y marcha atrás, Las cinco advertencias de Satanás, A las seis, en la esquina del bulevar, Las siete vidas del gato. Y eso, sin contar que Es peligroso asomarse al exterior, iba a llamarse primeramente Uno y tres son cuatro y sobran dos.
© Juan Ballester
martes, 3 de enero de 2012
Vísperas de centenario
Con el título de Enrique Jardiel Poncela (vísperas de centenario), se publicó en 2001 por el Instituto de Estudios Madrileños un pequeño fascículo que contiene algunas conferencias impartidas por José Montero Padilla acerca de la vida y la obra de Jardiel.
Dichas conferencias llevan por título: Los últimos años del escritor; Permanencia de sus creaciones literarias; Un prólogo de 1928; Hombre de café; 1927. El primer estreno; y Pasión, desengaño y un fondo de música de tango.
sábado, 1 de octubre de 2011
Satanás pinchó en hueso
Se representa estos días en Madrid Las cinco advertencias de Satanás, una de las comedias menos vistas de Jardiel, y de las menos humorísticas.
Vaya por delante que cualquier puesta en escena de Jardiel es digna de aplaudir, y más tratándose de una obra que no se representaba en Madrid hace más de seis décadas. Vaya por delante así mismo que quien escribe estas líneas, jardielista hasta la médula y al que se le cae literalmente la baba ante cualquier novedad relacionada con el genial humorista, no goza precisamente de una salud de hierro, y que asistí al espectáculo con una cierta preocupación ante la posibilidad de que mis esfínteres no aguantasen las dos horas que dura la representación. Vaya por delante que Las cinco advertencias de Satanás me ha parecido siempre, a pesar de sus indudables méritos artísticos y de ser una de las obras más bellas escritas por Jardiel, la comedia que peor ha resistido el paso del tiempo.
Pero hechas estas “advertencias”, he de reconocer que la reposición que estos días puede verse en el teatro Marquina no me enganchó en absoluto. Que los actores eran más bien mediocres, ya lo sabía con sólo echar una mirada al programa de mano. Pero en cambio, confiaba por completo en el trabajo de Mara Recatero y la supervisión de Pérez Puig, dos veteranos y excelentes directores escénicos, expertos en Jardiel, que han recibido todos los reconocimientos y premios habidos y por haber.
Los decorados, la escenografía en general me gustó; no voy a entrar en si era mejorable o no. Y no es este desde luego un detalle menor, pues es un factor que suele darle vistosidad a la representación. En cambio, el programa de mano me pareció lamentable (véase imagen superior), soso e indigno de la categoría de Jardiel. ¿Es que no hay ilustradores o diseñadores gráficos en España capaces de ofrecer un cartel medianamente artístico? En fin, no creo que sea por falta de medios; más bien parece que hubieran querido salir del paso de cualquier manera.
Ya he adelantado que los actores no me gustaron; ni los protagonistas ni los secundarios, a excepción quizá de Nicolás Romero (Isaac). Desde luego, Andoni Ferreño ya ha demostrado sobradamente sus carencias, y Pep Munné, sin estar mal de todo, se quedó corto a la hora de representar un papel, el de Félix, que es de alguna manera un reflejo del propio Jardiel. Y respecto a la actriz que encarnaba a Coral, creo que le faltan aún bastantes kilómetros para dar la talla que el personaje merecía. No hay que olvidar que es probablemente el de Coral el papel femenino más trabajado y delicado de todos cuantos escribió su autor, y esta chica dista mucho, a mi juicio, de ser la inocente y angelical criatura que retrató Jardiel.
En fin, ya digo que tal vez fue un estado de ánimo, o las propias características de la comedia, con un acto segundo demoledor y muy dada al lucimiento personal de los actores principales, pero necesitada en su conjunto de algo de naftalina; lo cierto es que salí del teatro con un regusto agridulce, con un sí pero no, con la sensación de que todo se podía haber hecho mejor.
En cualquier caso, hay que reiterar el agradecimiento a directores, empresarios y escenógrafos por haber rescatado del olvido esta singular comedia de Jardiel. Y, a pesar de todo, ningún jardielista debe perdérsela. Hasta dentro de otros 60 años puede que no haya otra oportunidad de verla.
© Juan Ballester
jueves, 14 de julio de 2011
Las 7 vidas del gato a escena
Recientemente he asistido a la representación de Las siete vidas del gato, una de las comedias menos conocidas de Jardiel, aunque no por ello menos interesante que sus obras más divulgadas. De hecho, desde la época de su estreno, en 1943, apenas si ha sido repuesta por compañías profesionales, si exceptuamos la versión para televisión que se emitió en 1967, para el programa Estudio 1 (con Fernando Delgado y Mª Luisa Merlo), y la posterior adaptación cinematográfica realizada por Pedro Lazaga en 1970 (esta vez con Juanjo Menéndez y Esperanza Roy, entre otros).
Siempre es de agradecer la apuesta por llevar a escena alguna de las obras más olvidadas de Jardiel, máxime teniendo en cuenta la extraordinaria calidad del texto que nos ocupa y la inagotable comicidad que se desprende de cada una de sus escenas.
Esta vez se ha optado, con buen criterio a mi juicio, de prescindir de los cuatro prólogos con que se inicia la comedia, toda vez que no aportan demasiado en el contexto general de la comedia y en cambio alargarían demasiado una obra que ya de por sí dura dos horas, intermedio incluido.
Lo que más me ha llamado la atención, por lo que tiene de novedoso o transgresor respecto del texto original, es la conversión del personaje de Sócrates en un personaje femenino (Hypatia). Quizá con ello se pierda algo de comicidad, pues tratándose de un trapero filósofo, probablemente el personaje encaje mejor en la idiosincrasia masculina, aunque he de decir que la actriz encargada de tan delicado papel (Helena Dueñas) cubrió el expediente muy dignamente. Igualmente magnífico estuvo el actor encargado del papel de Ladislao (Zorión Eguileor), el cual, a pesar de tratarse de un humilde portero de finca urbana, es el verdadero motor de la obra, como suele ser habitual tratándose de Jardiel. Mucho más discretos me parecieron los actores Ana Ruiz, Juan José Arjona y Jorge Lucas -los personajes nobles-, y estupendas finalmente las dos actrices cómicas encargadas de dar vida a las dos tías del protagonista (Luz Nicolás y Raquel Ramos). Si la primera rebosa simpatía y ese punto de sana locura que caracteriza a Flérida, no desmerece la segunda dentro de la seriedad propia de Dominica. Además, ellas dos doblan papel, al tener que encargarse también de los personajes de Patricia y Luz María, respectivamente.
La escenografía me pareció original, sin escatimar medios técnicos, y la acústica y el resto de los detalles de la puesta en escena me parecieron excelentes.
En definitiva, un espectáculo altamente recomendable para los todos los amantes del buen teatro y en especial para los que quieran descubrir una de las comedias 'olvidadas' de Jardiel.
Sólo hay que lamentar el elevado precio de las entradas y de las posteriores consumiciones, algo que en estos tiempos de crisis representa un castigo excesivo para el bolsillo del espectador medio. Esperemos que los responsables del local recapaciten en lo sucesivo, apostando por una política de precios populares o aplicando descuentos con mayor generosidad.
© Juan Ballester
sábado, 16 de abril de 2011
El último.... por ahora
Acaba de aparecer el -por ahora- último libro dedicado a Jardiel Poncela. Se titula El teatro de Jardiel Poncela. El humor inverosímil, y está escrito por uno de sus nietos, Enrique Gallud, y publicado por la editorial Fundamentos.
Imaginamos que el libro estará lleno de datos, fotografías y revelaciones de enorme interés para conocer un poco más acerca del genial comediógrafo.
jueves, 10 de febrero de 2011
Los habitantes en la Enciclopedia Espasa
Ante un público muy bien dispuesto, se estrenó el 29 de septiembre [de 1942] en la Comedia, el drama cómico -así se indicó en los carteles- Los habitantes de la casa deshabitada, del conocido humorista Jardiel Poncela, que, pugnando por ser original y tratando de dar nuevos cauces a su concepto de la comicidad y de la ironía, ofrece en esta producción un argumento esquemáticamente dramático, que al pasar por el tamiz de su humorismo, se descoyunta y se deforma, entrando los caracteres, la misma acción y el diálogo, en el terreno de la franca comicidad perseguida por el autor. Trátase, en Los habitantes de la casa deshabitada, de ridiculizar esa sensación de angustia que denominamos miedo, y Jardiel Poncela desenvuelve su plan con innegable habilidad y abundancia de ingenio; pero probablemente falta en su obra esa sensación de espontaneidad, que en el teatro suele ser un factor de primera fuerza. El público no estuvo parco en sus aplausos al autor ni los regateó tampoco a los actores, de los que es justo destacar a José Orjas, que estuvo admirable de gracia y naturalidad.
(Antonio J. Mezieres)
martes, 11 de enero de 2011
El discutido indiscutible
Juan Bonet Gelabert es autor de la primera biografía acerca de Jardiel Poncela, titulada "El discutido indiscutible Jardiel Poncela (Los que le ensalzan, los que le menosprecian y los que le imitan)", que se publicó allá por 1946. Aparte de ir analizando la obra del comediógrafo hasta esa fecha, ofrece al final unos interesantisimos apéndices en los que hace una relación de todas las obras publicadas y/o estrenadas por Jardiel, su obra inédita, las traducciones efectuadas a distintos idiomas, etc.
jueves, 4 de noviembre de 2010
Es peligroso asomarse al exterior en la Enciclopedia Espasa
A mediados del propio mes de abril [de 1942] se ofreció en las tablas de la Comedia una de las peculiares producciones de Jardiel Poncela, encaminadas a arrancarle la carcajada al espectador, aun cuando sea con tirabuzón. Y no es precisamente que el autor no conozca ni sepa manejar la gracia fina y espontánea, el chiste natural que como flor del ingenio brota del diálogo: nos lo demuestra, precisamente, en esta comedia, Es peligroso asomarse al exterior, o, mejor dicho, en buena parte de ella. En el prólogo y parte del acto primero pone de relieve Jardiel Poncela que le asisten condiciones de autor cómico de buena solera, y así lo entendió el público y lo demostró de manera inequívoca; pero luego, afanándose en lograr efectos cómicos decisivos, se entrega a retorcimientos de las palabras, de la acción y de la lógica, llegando a tales extremos de dislocación que buena parte de los espectadores, llamándose a engaño, se creyeron en el caso de hacer patente su disconformidad al finalizar la obra. Muy bien los intérpretes en su totalidad: Guadalupe Muñoz Sampedro, al frente de ellos, la excelente actriz de siempre.
Enciclopedia Espasa - Suplemento 1942-44 - Teatro
(comentarios de Antonio J. Mezieres)
domingo, 29 de agosto de 2010
Un marido de ida y vuelta ... que vuelve
La puesta en escena que ahora puede verse en Madrid ya estuvo en cartel en 2002 y solo es nueva en lo que se refiere al escenario (al aire libre) y a ciertos actores que han sustituido a parte de los que intervinieron en aquella. Hasta el cartel anunciador presenta enormes similitudes con el que sirvió para publicitar aquella otra puesta en escena de 2002.
Lo primero que debo decir es que es la tercera vez que veo representar esta obra (aparte de la genial película de Fernán Gómez y Emma Penella), aunque en su día me perdí la que ahora reponen. Quiere decir que conozco bien la obra y soy capaz de adivinar sin demasiado esfuerzo los cambios que se suelen introducir al llevar a escena el texto original de Jardiel.
Es una pena que por razones de economía de actores, siempre tiendan a desaparecer algunos personajes, en algunos casos además verdaderamente graciosos. Tal es el caso, en esta ocasión, de Sigerico, el sobrino de la protagonista.
Pero al margen de simplificaciones, me decepcionó bastante Julia Torres, la actriz que hace de Leticia, tal vez porque no acaba de encajar con el carácter voluble y caprichoso de la protagonista. En cambio, me gustó Joaquín Kremel, en el papel de Pepe, alcanzando momentos en los que había que reprimir las carcajadas, y también Pedro Javier, que consigue un criado sencillamente genial.
Mención aparte para Paloma Paso Jardiel, la nieta del comediógrafo, que a pesar de tener un papel nada propicio para el lucimiento, hizo valer su saber estar sobra las tablas y brilló a gran altura, demostrando la gran actriz que lleva dentro.
El resto del elenco, más o menos resultó como cabía de esperar, aunque Helena Dueñas (la tía Etelvina) podría haber estado más brillante en su papel corto pero intenso.
Los efectos especiales resultaron correctos dado lo simplificado del escenario, y la acustica.... ay, la acústica... Siendo al aire libre, era inevitable recurrir a pinganillos, aunque ello desnaturaliza (o camufla, según los casos) las dotes interpretativas de los actores.
Las sillas de plástico resultaban algo incómodas, y de los precios de las consumiciones mejor no hablar...
Pero en fin, en general me pareció una puesta en escena bastante digna y recomendable para todos los que quieran pasar un buen rato de sonrisas y carcajadas en estas frescas noches de agosto.
Creo que estará en cartel hasta el 18 de septiembre aproximadamente.
domingo, 20 de junio de 2010
Jardiel en portada
Jardiel ha sido en ocasiones portada de revistas y publicaciones de diversa índole. Esta corresponde al nº 19 de "La tijera literaria", aparecida en 1969.
domingo, 23 de mayo de 2010
Agua, aceite y gasolina en la Enciclopedia Espasa
Tampoco acompañó el éxito la presentación en el teatro de la Zarzuela de la obra de Enrique Jardiel Poncela Agua, aceite y gasolina. Este autor, que tiene un público que le es adicto en absoluto, tiene también otro que le es hostil y que aprovecha todas las coyunturas para demostrárselo, como lo hizo durante el curso del estreno de esta comedia que, aun constituyendo una equivocación por sus escasas condiciones de teatralidad, contiene apreciables muestras del estilo personal y del ingenio peculiar de Jardiel Poncela. En Agua, aceite y gasolina no se alcanza la difícil ponderación, el feliz enlace, rico en matices y claroscuros, de las modalidades poéticas o sentimentales y las humorísticas, que ha conseguido el autor en otras de sus producciones; y, por otra parte, la acción es escasa, abundando en cambio, con exceso de aspecto narrativo, lo cual redunda en perjuicio de las cualidades escénicas de la comedia. Menudearon las protestas -no siempre oportunas- durante el curso de la representación, contrarrestadas por los aplausos del resto del público.
(Antonio J. Mezieres, en Enciclopedia Espasa - Suplemento 1945-1948 - Teatro)
(Antonio J. Mezieres, en Enciclopedia Espasa - Suplemento 1945-1948 - Teatro)
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viernes, 9 de abril de 2010
Semblanza de Jardiel Poncela
Dentro de las no muy abundantes monografías acerca de la vida y la obra de Jardiel Poncela, destaca la que Fernando Valls y David Roas publicaron en la editorial Eneida al cumplirse el año de su centenario. Contiene un estudio sobre Jardiel y su obra, presentado en forma cronológica, así como una selección de textos, tanto narrativos como teatrales, junto con una cronología y una bibliografía.
lunes, 22 de febrero de 2010
Rubias en la Enciclopedia Espasa
... fue presentada en el Cómico la farsa del conocido autor humorista Jardiel Poncela Como mejor están las rubias es con patatas, que no consiguió tampoco una acogida afortunada. El prólogo y buena parte del acto primero fueron acogidos con risas y aplausos, pero luego empezaron a oírse señales de protesta que se intensificaron al final de dicho acto y del segundo, en contraposición a las muestras de complacencia de una parte de los espectadores. La mencionada obra obedece a las mismas directrices y modalidades de humorismo que viene cultivando Jardiel Poncela y que le han valido evidentes éxitos; aun cuando en esta ocasión es de justicia reconocer que el autor ha llegado a un verdadero desbordamiento en su manera peculiar de conducir la acción y el diálogo, con indudable originalidad e ingenio, pero con una concepción teatral y humorística que no puede agradar a todos.
(Antonio J. Mezieres, en Enciclopedia Espasa. Suplemento 1945-1948 - Teatro)
(Antonio J. Mezieres, en Enciclopedia Espasa. Suplemento 1945-1948 - Teatro)
sábado, 20 de febrero de 2010
Teatro de humor en España
Bajo el título de El teatro de humor en España, Editora Nacional publicó en 1966 un libro con diversos artículos y ensayos acerca de los autores teatrales más relevantes de la segunda mitad de siglo XX, desde la óptica del teatro de humor.
Por lo que se refiere a Jardiel, hay artículos firmados por Alfredo Marqueríe, Francisco García Pavón, Adolfo Prego y Nicolás González Ruiz.
sábado, 6 de febrero de 2010
El pañuelo de la dama errante en la Enciclopedia Espasa
"La misma noche [6 de octubre] se estrenó en la Comedia El pañuelo de la dama errante, producción en dos actos debida al fértil ingenio de Enrique Jardiel Poncela, que el público acogió con el mayor agrado, de una manera unánime al terminar el acto primero, dividiéndose el parecer de los espectadores hacia el final del acto segundo. Fiel a las características de su teatro de humor, de una innegable originalidad, en cuyo cultivo se va afianzando, mejorándolo de matices y dando un más destacado perfil al contraste de poesía y humor, que forma los eslabones de unión de las escenas folletinescas o de sainete, pero siempre de creación muy personal, Enrique Jardiel Poncela en El pañuelo de la dama errante pone a contribución una gran dosis de ingenio, tanto en el planteamiento y desarrollo de la intriga como en el diálogo, esmaltado de frases de agudeza y de ese humor peculiar del autor, en que la visión sentimental y el efecto cómico se entremezclan formando un delicioso agridulce. El teatro de Jardiel Poncela, que cuenta con gran número de adictos y al mismo tiempo, con muchos detractores intransigentes, podrá agradar o no; pero es preciso reconocer que, dentro de su intrascendencia y bajo su aparente superficialidad, es el producto de una inteligencia muy viva y laboriosa que se afirma y supera dentro del género a cada nueva producción. Así se confirma en El pañuelo de la dama errante, cuyo primer acto, de manera muy especial, constituye una plena demostración del peculiar concepto y estilo escénicos de Jardiel Poncela. Distinguiéronse en la interpretación Milagros Leal, que puso de relieve su capacidad de actriz, y el actor Miguel Arteaga, ajustadísimo."
(Antonio J. Mezieres)
Enciclopedia Espasa, Suplemento 1945-1948 - Teatro
(Antonio J. Mezieres)
Enciclopedia Espasa, Suplemento 1945-1948 - Teatro
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sábado, 2 de enero de 2010
Centenario de Jardiel
El año 2002 el Teatro Español de Madrid, en colaboracón con el Ayuntamiento de Madrid, publicó un ciclo de conferencias bajo el título conjunto de Centenario Jardiel 1901-2001. Entre los conferenciantes cabe recordar a Rafael Flórez, Juan José Alonso Millán, Fernando Díaz Plaja, Julián Marías, Fernando Vizcaíno Casas, etc.
sábado, 12 de diciembre de 2009
Vanguardia y humor
Jardiel Poncela. Teatro, vanguardia y humor es una monografía publicada en 1993 por editorial Anthropos, en la que se abordan diferentes facetas de Jardiel referidas a sus novelas, comedias, obra cinematográfica, etc. Se trata de una serie de ponencias con motivo del VI Congreso de Literatura Española Contemporánea, celebrado en la Universidad de Málaga en noviembre de 1992.
La edición estaba dirigida y coordinada por Cristóbal Cuevas García.
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