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lunes, 17 de marzo de 2014

Premio SGAE de Teatro Jardiel Poncela

La Sociedad General de Autores de España (SGAE) acaba de convocar la XXIII edición del premio SGAE de Teatro, que este año lleva por título Premio SGAE de Teatro Jardiel Poncela.

Como se resalta en la propia convocatoria, la Fundación SGAE reivindica con este premio la figura del escritor y dramaturgo madrileño Enrique Jardiel Poncela, uno de los autores fundamentales del teatro español. La entidad convoca este galardón desde hace 23 años con el objetivo de fomentar la creación de nuevos textos dramáticos que, tanto por la buena calidad y originalidad de sus diálogos, como por su visión escénica, ayudan al desarrollo del Teatro.

Nos alegramos de esta iniciativa y esperamos que en los próximos años se mantenga la nueva denominación de este prestigioso premio.


martes, 14 de mayo de 2013

Historia de la taza y el paquete de café

Dos reputados jardielistas, algo gamberros, -uno que dice apellidarse Fernández Sández, prometedor autor teatral, y el otro quien estas líneas escribe, y que por tanto no requiere presentación- decidieron un buen día de octubre del año 2012 ir a visitar la tumba de Jardiel y –como si se tratase de un antiguo faraón egipcio- llevarle como obsequio un paquete de café y una taza para que el maestro del humor, tan aficionado como se sabe a tan exquisita infusión, pudiera deleitarse en sus ratos libres y hasta compartirlo, llegado el caso, con sus vecinos de nicho, entre ellos una marquesa que vive en el piso de arriba.
De esta forma, y tras adquirir sendos productos en un supermercado y en el célebre Café Gijón de Madrid, respectivamente –lugar éste último donde el genial humorista pasó tantas tardes y escribió no pocas de sus obras-, los dos jardielistas se presentaron, sin nocturnidad ni alevosía, en el ya mítico cementerio de Santa María, y luego de atravesar hasta el denominado Patio de la Concepción, depositaron sobre la repisa de su nicho ambos presentes, mientras la calavera del maestro sonreía allá en el fondo, diciéndose para sí que aquellos dos admiradores estaban verdaderamente chiflados, pero encantado y conmovido a su vez con tan espléndido obsequio.
Unos meses después, un fotógrafo llamado Julián del Nogal, inmortalizó para siempre aquel episodio, como puede verse en la imagen.



Obsérvese la taza con el logotipo del Café Gijón, y.... Pero, ¡UN MOMENTOOOOO! ¿qué pasó con el paquete de café? La versión oficial de los hechos, hasta donde hemos podido indagar, es que fue sustraído vilmente por algún visitante sin escrúpulos –hay que tener valor para robar a los muertos, aunque sea a los muertos inmortales, como es el caso de Jardiel Poncela-. Pero a nosotros nos parece mucho más verosímil y coherente -y por qué no, hasta romántica- la hipótesis de que haya sido el propio Jardiel quien, luego de degustar tacita a tacita la aromática infusión, se haya desprendido del paquete vacío para mantener limpia la entrada de su última morada.
Sea como fuere, la leyenda está ahí y la polémica está servida... como el café.

lunes, 15 de agosto de 2011

Una placa conmemorativa ... fantasma

El 18 de febrero de 2002 se colocó una placa conmemorativa dentro del Teatro Español de Madrid para conmemorar las puestas en escena de dos comedias de Jardiel - Los habitantes de la casa deshabitada (1998) y Eloísa (2001)- que permanecieron en cartel más de un año cada una.

Desgraciadamente este cartel fue retirado años después, y actualmente no hay rastros del mismo ni al parecer el personal del teatro sabe nada acerca de su paradero actual.

sábado, 13 de marzo de 2010

Dos cerebros sin antena y un corazón de recambio


Hacia 1944 apareció un curioso texto presuntamente escrito por Jardiel en el periódico "Domingo", de Madrid, en una sección donde se imitaban los estilos de grandes escritores. El texto en cuestión se titula “Circunstancias en que se ideó, se escribió y se estrenó mi comedia «Dos cerebros sin antena y un corazón de recambio»”, y en él se explica, en la forma que Jardiel solía hacerlo en los prólogos de sus volúmenes teatrales, una serie de pormenores al respecto de la mencionada obra, por supuesto inexistente, y en donde se citan además otros títulos de obras inexistentes de Jardiel, siempre imitando su estilo y la forma de presentar cada una de sus comedias.

jueves, 18 de febrero de 2010

El día que (no) murió Jardiel Poncela

Era un lunes. No un lunes cualquiera, sino el último lunes. El calendario marca día 18 de febrero en el ático situado en la calle de las Infantas nº 40 de Madrid, y el reloj ha comenzado a dar sus últimas vueltas a la esfera. La una, las dos, las tres de la madrugada... La vida se va escapando a pasos agigantados del cuerpo de aquel hombre menudo y genial, bondadoso las más de las veces y algo cascarrabias en ocasiones... Puede imaginarse la preocupación, la angustia de los seres que lo rodean. Las cuatro, las cinco, las seis... parece que el final está cada vez más cerca, que no hay marcha atrás, al contrario de lo que aconteció con aquellos cuatro entrañables personajes salidos de su pluma algunos años antes. Las siete, las ocho... comienza a despuntar la claridad del nuevo día. Todo está perdido...

Las ocho y media. Finalmente el corazón deja de latir. Ya está. Ya se ha ido, rodeado de sus hijas y hermanas, de Carmen, su compañera, de sus sobrinos y del doctor Ángel Alguacil y la esposa de ésta. Un doctor, sí, hasta uno de esos doctores a los que tanto escarneció en sus comedias y novelas, un facultativo que esta vez no ha podido evitar la dolorosa pérdida del hombre que cambió el sentido del humor en España. Y qué hermoso nombre el de ese médico, qué extraña mezcla ser a la vez ángel y alguacil, para transportarlo con sus alas al otro lado, y para vigilar que aquel genio bajito no haga alguna de sus travesuras durante la travesía.

El dictamen médico establece que la causa del fallecimiento es una neumonía. Y la maquinaria de su corazón se ha detenido a mitad del camino, cuando Enrique Jardiel Poncela contaba 50 años, 3 meses y 3 días.

Qué vacías esas horas posteriores al óbito, con los teléfonos echando humo, con los teletipos de las agencias de noticias extendiendo la fatal noticia por los cinco continentes. De repente todos parecen recordar a aquel inigualable comediógrafo, novelista, tertuliano, charlista, conferenciante, director, guionista, actor, empresario y sobre todo humorista que murió casi arruinado, casi olvidado hasta por sus enemigos; de repente se va forjando la leyenda que le conducirá definitivamente al lado de la balanza en el que quedan los inmortales, los que trascienden más allá de países y épocas, los que han de ocupar un lugar más o menos amplio en todas las enciclopedias. Jardiel Poncela ha muerto, sí, pero seguirá vivo en la memoria colectiva, sobre los escenarios, en las librerías, en los corazones de todos los que saben levantarse cada mañana con una sonrisa.

Y mientras tanto, las inevitables visitas, pésames, caras largas, lágrimas contenidas o dejadas correr hasta desahogarse. Angelina, Eloísa, Mariana, Elena, Blanca y Rosa, Leticia, Sylvia Brums, Vivola Adamant, la Cosqui, ... mujeres despampanantes que llegan a despedirse de aquel hombre extrañamente atractivo que las dio vida... Sergio Hernán, Zambombo, Mario Esfarcies, Carlo Monte, el vizconde de Pantecosti, seductores, aristócratas del amor que también acuden a darle el último adiós. Por la casa incluso se siente la presencia de un brigadier y hasta de un Satanás dubitativo entre llevárselo a los abismos donde algunos pretendieron arrojarlo en vida, o indultarle y permitirle que se alce hasta los altares y lleve a cabo una tournée con Dios. Sea como fuere, ninguno de sus personajes ha faltado a la cita en tan doloroso trance.

Y sólo queda ya esperar a la mañana siguiente. Maldito lunes en el que el cuerpo inerte está y a la vez no está. Pero sí, al parecer la vida sigue para el resto de la Humanidad, y cuando las manecillas han completado otro ciclo completo con su día y con su noche, a las once y cuarto de la mañana del día 19 el féretro que contiene los restos de Jardiel, envuelto en una bandera nacional, es sacado a la calle para ser conducido desde la casa mortuoria hasta la Sacramental de Santa María, aunque una hora antes la calle Infantas se encuentra ya completamente abarrotada de público.



La comitiva se encamina hacia la plaza del Rey, siguiendo por la calle Barquillo y la de Alcalá, hasta llegar frente al Banco de España. ¡Triste paradoja! Mal sitio para detenerse, pero es allí justamente donde se reza un responso y se continúa en vehículos hasta el cementerio.


El sepelio está formado, entre otros, por las siguientes personalidades: Manuel Casanova (Pre­si­dente del Sindicato del Espectáculo), Tirso García Escudero (Director General de Cinema­to­grafía y Tea­tro); Luis Fernández Ardavín (Presidente de la Sociedad General de Autores), di­rectores de va­rios teatros oficiales, José y Mario Paredes Jardiel (los referidos sobrinos del escritor), diversos autores, actores y es­critores, entre ellos Joaquín Calvo Sotelo, Serrano Anguita, José Ramos Martín, "Tono", López Rubio, Buero Vallejo, Leandro Navarro y José Mª de Cossío.




Algunos valientes incluso se encaminan a pie hasta el cementerio. Los balcones y ventanas del trayecto aparecen ocu­pados por numeroso público que respetuosamente presencia el paso de la comitiva fúnebre.


Tal y como era el deseo de Jardiel, su cuerpo es enterrado en un nicho adquirido a perpetuidad por la Sociedad General de Autores de España, señalado con el nº 152, fila 2ª, sección 7ª del deno­mi­nado “Patio de la Con­cep­ción”. Sobre la lápida, una inscripción que mandó poner su hija Evan­ge­lina: «Si queréis los ma­yo­res elogios, moríos

Pero es que Jardiel Poncela no ha muerto, no. Sigue vivo aún 58 años después.

© Juan Ballester

sábado, 23 de enero de 2010

¡Oh Jardiel, Jardiel...!


¡Oh Jardiel. Jardiel...! o Entre todos lo mataron y él solo se murió es un espectáculo sobre la vida de Jardiel Poncela escrito por Rafael Flórez en 1973.
Se estrenó con motivo del 21º aniversario de la muerte del comediógrafo, y contiene muchos elementos típicamente jardielescos, incluido un esqueleto, un hombre sin cabeza, un "amigo-póliza" o un personaje llamado La Cosqui (protagonista femenina de Agua, aceite y gasolina).

jueves, 20 de agosto de 2009

Un ladrón muy poco honrado... y reincidente


Este individuo con cara de no haber roto un plato en su vida es Noel Coward, un ladrón de guante blanco, un comediógrafo más bien mediocre que en 1941 estrenó con enorme éxito una farsa improbable en tres actos titulada "Blithe spirit” (Un espíritu burlón) que presenta muchos puntos en común con la farsa de Jardiel Un marido de ida y vuelta, estrenada dos años antes.
Según explica Jardiel, el plagio se produjo a raíz de un intercambio mutuo de obras con el fin de que fueran representadas en Londres y en Madrid. Entre esas comedias que Jardiel le envió se encontraba la citada Un marido de ida y vuelta, y se ve que al inglés le gustó la idea de la comedia y, con ligeros retoques, hizo su 'propia' versión, estre­nándola como si fuera original.
Y por lo visto no debió de ser a Jardiel al único que le tomó prestado un argumento, pues el crítico A. Nicoll ha llegado a afirmar, refiriéndose a la divertida pieza "La cuadratura del círculo", de Kataiev (estrenada en 1928), que "sorprende encontrar en este medio proletario precisamente el mismo tema de Vidas privadas, de Noel Coward" [de 1930].
Se ve que la imaginación del individuo de la fotografía no daba mucho de sí y tenía que ir rascando de lo que se les iba a ocurriendo a los demás.

domingo, 9 de agosto de 2009

Una bomba llamada Abelardo


De entre las muchas obras 'inspiradas' en el estilo de Jardiel, la farsa burlesca de Alfonso Paso denominada Una bomba llamada Abelardo tiene tantos elementos jardielescos, que son muchos quienes opinan que su autor, yerno de Jardiel, la escribió inspirándose en los papeles que encontró en su escritorio al morir éste.

viernes, 7 de agosto de 2009

Piezas escritas en homenaje a Jardiel

Dejamos constancia de algunas piezas escénicas escritas en homenaje a Jardiel o inspiradas en su vida o su obra:

- Oh, Jardiel, Jardiel o Entre todos lo mataron y él solo se murió

Espectáculo sobre la vida de Jardiel en una sentada, un prólogo y seis escenas, escrito por Rafael Flórez en 1973.
Constituye un alegato en defensa de Jardiel, en contra de la miopía generacional reinante en la época en que le tocó vivir.
Escrito para la compañía Pequeño Teatro de Madrid, dirigida por Antonio Guirau, a propósito del 21º aniversario de la muerte de Jardiel.
Las caretas fueron diseñadas por César González-Ruano y José López Rubio. La escenografía y dis­po­sitivo escénico, así como el vestuario, corrieron a cargo de Gerardo Vera y Juan Díaz.
Intervienen los siguientes personajes (varios de ellos inspirados en otros tantos de Jardiel): señorita del 900, odalisca, esqueleto, musa (Esther Farré); amigo-póliza, padre (Ernesto Martín); autor, pendonero (Marcelo Rubal); madre, hombre sin cabeza, fantasma y La Cosqui (Mercedes Viudez). Puso la voz Avelino Cánovas.
Representado, entre otros escenarios, en Castellón, a finales de abril de 1973.


- A Hollywood Jardiel

Espectáculo dirigido por Nuria Soler y Nicolás Romero, y representado por el Grupo de Teatro Santiago Rusiñol en 2005.


- Queridisimo Jardiel

Lectura dramatizada que tuvo lugar en el Teatro de las Aguas de Madrid en 2007, con Alicia Mohíno, Andrés Ruiz, Cecilia López, Ignacio Durán, Izaskun Azurmendi y Victor Mendoza, bajo la dirección de la propia Izaskun Azurmendi.