Ayer, otro estreno
y otra traducción.
¿Quién sigue sereno
ante el aluvión
de obras traducidas
que se están haciendo?
Yo juro por Midas,
lector, que no entiendo
-y me desespera-,
por qué se traduce
la escena extranjera.
De ello se deduce,
como es natural,
que lo nacional
no vale un pepino:
buscamos la sal
de nuestro vecino…
Demos al olvido
esas tonterías,
esas obras frías
sin calor de sol.
Prefiero las mías:
el arte español,
que es el verdadero.
¡Somos unos primos
cuando preferimos
todo lo extranjero!
Publicada en La Correspondencia de España, el 18 de abril de 1922.
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