viernes, 31 de mayo de 2013

El sexo débil ha hecho gimnasia (datos técnicos)


EL SEXO DÉBIL HA HECHO GIMNASIA

Denominación: Tragicomedia en dos partes en verso y prosa.
Escrita en 1946 en los siguientes lugares: Café Gato Negro de Madrid, Café Luna de Barcelona, coche cama de un tren y otro café de Madrid.
La primera parte consta de 1.673 versos.
Obtuvo el Premio Nacional de Teatro en 1946, como la mejor comedia del año.

Nº de personajes: 30 (18 femeninos + 12 masculinos).
[Adelaida, Lila, Lucía, Cholina, Marcelina, Tilendi, Rosalía, Churra, Juana, Machuca, Julia, Mitó, Pancha, Pitoca, Blasa, Mengana, Emiliana, Fulana // Feliciano, Eliseo, Mariano, Joaquín, Leoncio, Leonardo, Teófilo, Adelciso, Román, Rovirosa, Ramiro, Rodolfo].
Escenario: 1ª parte, salita de recibir y de estar en un piso de la burguesía acomodada del barrio de Maravillas [c/ de la Palma Alta] de Madrid en 1846. 2ª parte, misma salita en 1946.
Época: 1846 y 1946.
Secuencia temporal: Acto 1º, a mediados de diciembre, la una de la tarde; Acto 2º, en primavera, a la una de la tarde.

Sinopsis: Una historia que se repite cien años después, pero al revés.
Argumento: Los problemas y vicisitudes sentimentales de una tía y sus sobrinas de la sociedad burguesa de mediados del siglo XIX, acaban repitiéndose cien años más tarde en otra familia de las mismas características, con desenlaces bien diferentes debido a que las mujeres deciden pasar a la acción y no asumir su papel de víctimas.
Desarrollo de las escenas:
[Acto 1]
Adelaida, dueña de la casa, se está arreglando para recibir invitados a comer. Conversa con las criadas y con su sobrina Pancha, la hija mayor de su hermana Flor, fallecida años atrás. Hablan de la reina Isabel II y de política exterior. Mientras, Rosalía, otra sobrina, toca el piano. Van apareciendo otros personajes: Lucía, una nueva sobrina, Blasa y Emiliana, criada y peluquera de la señora. Llega Juana, otra sobrina, con una carta para Francia. Blasa cuenta a Emiliana la historia de la familia. Aparece Felicio y se interesa por el relato. Regresa Adelaida con otra sobrina, Marcelina, que quiere confesar un secreto, pero Felicio, en su condición de médico, la manda retirarse a descansar. Se habla acerca de París. Llega Mariano, novio de Lucía y joven poeta que acaba de estrenar un drama con enorme fracaso, y que se siente como muerto. Sale al balcón a charlar con su novia. Aparecen Julia, la sexta sobrina, y su esposo Teófilo. Juana irrumpe llorando al conocer que su enamorado está casado aunque separado y que pretende fugarse con ella, plan que ella ha rechazado. Felicio hace una extraña declaración de amor a Adelaida, que ésta no acepta. Regresan del balcón Lucía y Mariano, éste con el propósito de suicidarse. Irrumpe Blasa con la paella y al poco aparece Marcelina, que confiesa estar embarazada y su deseo de ingresar en un convento. Se enteran de que Mariano, que acaba de irse, se ha pegado un tiro, y hay conmoción general. También la joven Rosalía llora al ver muerto a su perrito. Leoncio, pretendiente de Pancha, empieza a desvariar al ver el muerto desde el balcón. Adelaida se lamenta de las desdichas de todas sus sobrinas y se queja de la dura condición de la mujer. Y hace cambiar el retrato que preside el salón, poniendo a cambio el del joven suicida, Mariano.
[Acto 2]
Mengana y Román están descolgando el retrato antiguo del acto anterior, cuando entra Lila, dueña de la casa, dando instrucciones. Tilendi, una sobrina, al ver el cuadro antiguo se muestra indignada y dispuesta a destrozarlo a cuchilladas. Mengana lo soluciona tirándolo por la ventana. Tilendi habla con su tía de Rodolfo, su ex-novio. La pequeña Churra, escuchando tras la puerta, se entera de todo. Mientras, Machuca, otra hermana, escribe a máquina, a salvo de las miradas de la pequeña y procurando que ésta no cotillee. Suena el teléfono y preguntan por el horario de un tren, a lo que Machuca contesta, enteradísima. Se desvela que está escribiendo a la esposa de su novio, circunstancia de la que se ha enterado la víspera, aunque lleva separado de ella seis años. En la carta advierte a esa mujer que no se le ocurra volver con su marido. Llega Cholina y comenta el fracaso del estreno teatral de su novio Joaquín. Éste se muestra abatido. Vuelven a llamar preguntando por el horario de un tren, cosa habitual en la casa porque tienen un número parecidísimo al de Renfe. Eliseo, amigo de uno de los novios, conversa con Lila acerca de parientes lejanos, y más tarde con Churra, que le cuenta peculiaridades de la familia. Continúan las presentaciones y todas las hermanas se ponen a hacer el indio, bromeando. Se descubre que Tilendi está embarazada. Aparece Rodolfo, el novio de Tilendi, dispuesto a reconciliarse con ella, pero ella zanja la cuestión afirmando que no tiene intención de casarse con él, a pesar de estar esperando un hijo, y acaban echándolo de mala manera. Machuca trae un documento en donde se pacta la indemnización que ha de darle Ramiro. Pitoca y Leonardo se comprometen en matrimonio, y por fin Eliseo se declara a la dueña de la casa, lo que ésta acepta encantadísima.


Comentario: Obra excelente en donde se combina la prosa y el verso, y en donde dos historias alejadas cien años una de la otra y sin aparente relación, terminan por presentar múltiples paralelismos, con desenlaces, eso sí, completamente diversos.
Gracias a ese paralelismo de personajes y situaciones, resulta posible -casi diríamos que necesario- que sean los mismos actores quienes interpreten dos papeles diferentes, aunque estén separados por el abismo de un siglo. Así, Lila es el equivalente moderno de Adelaida, y, tanto la una como la otra tienen 6 sobrinas, cada una con sus problemas o pequeños dramas y con la misma edad en ambos actos. También los novios y parejas se ven inmersos en situaciones equivalentes: el correlativo de Mariano también acaba de estrenar un drama, que resulta un sonoro fracaso. También la ubicación de las historias es idéntica, aunque cambia totalmente la decoración (excepto el cuadro colgado de la pared).
Como contraste entre lo antiguo y lo nuevo, Jardiel emplea el verso en la primera parte y la prosa en la segunda. Los versos riman en consonante sin un esquema estrófico fijo, y predominan mayoritariamente los endecasílabos y heptasílabos, con una técnica nada despreciable. Las rimas no resultan empalagosas ni obvias, ni cae en el ripio, sino que fluyen con naturalidad de las boca de los personajes.
No falta la comicidad en las situaciones, y una vez más es de destacar la aparición de un personaje vinculado al estamento médico. Y los rasgos de locura de esta familia, sobre todo de la 'moderna' nos hacen recordar a los inolvidables Briones de Eloísa...
Si el primer acto es notable, aún lo es más el segundo, destacando el personaje de Churra, la sobrina pequeña, y en especial el de Lila, la dueña de la casa, que es un puro disparate empezando por los nombres que elige para nombrar a las personas de su entorno, hasta las ocurrencias que va desparramando a lo largo de todo el segundo acto.
Sin embargo, hay algún pequeño detalle que se le escapa a Jardiel, como el denominar a Mitó quinta y última de las hermanas, cuando en realidad son seis. También quedan un par de detalles oscuros, como son: 1º por qué Felicio, en el primer acto, sabe tanto de la familia; y 2º por qué Tilendi tiene ese pavor exacerbado al cuadro antiguo.

Estreno: En el teatro de la Comedia de Madrid el 4 de octubre de 1946, y por la compañía del propio autor en el teatro Barcelona de Barcelona el 10 de octubre de ese mismo año.
Reparto: (Madrid): Milagros Leal, Rosalía Abollo, Adela Corado, Herminia Lemos, Rosario Sánchez, Rosario Soriano, Mari Campos, Julia Medero, Cecilia Ferraz, Concha Sánchez, José Orjas, Antonio Riquelme, Ricardo Alpuente, Leandro Alpuente, Almendros, Cuadrado, Mathias y Carmona.
(Barcelona): Aurelia Guillén (Blasa y Mengana), Carmen Labajos (Rosalía y Churra), Milagros Carrión (Juana y Machuca), Mª Paz Molinero (Adelaida y Lila), Juana Cáceres (Emiliana), Trini Montero (Pancha y Pitoca), Mª Luisa Ponte (Lucía y Cholina), Emilio Menéndez (Feliciano Rocamora y Eliseo Rascafría), Anna Farra (Marcelina y Tilendi), Gregorio Díaz Valero (Mariano y Joaquín), Eduardo Hernández (Leoncio Pamela y Leonardo Mencheta), Tomás M. Cao (Teófilo y Adelciso), Mª Luisa del Valle (Julia y Mitó), Germán Algora (Román), Luis Manzano (Rovirosa), Rafael Cortés (Ramiro), Juan Balaguer (Rodolfo), Pilar Bocanegra (Fulana).
Decorados: Sigfrido Burmann.
Crítica del estreno: Excelente acogida tanto en Madrid como en Barcelona; el público rió más durante la segunda parte, pero también aplaudió menos.
“Durante el curso de la representación, grandes carcajadas jalonaron las ocurrencias humorísticas constantes y las divertidas originales situaciones en que abunda la obra, algunas de las cuales fueron también recibidas con aplausos. Sonaron éstos insistentemente al terminar cada jornada y el telón se alzó innumerables veces, mientras el autor, requerido por el público, saludaba en unión de sus intérpretes”.

Adaptaciones TV:
Programa: Estudio 1. Fecha de emisión: 2 may 1979. Intérpretes: Covadonga Cadenas, Jesús Enguita, Mª Elena Flores, Pilar Laguna, Paco Racionero, Emiliano Redondo, Carmen Roldán, Manuel Salgueró, Elena Mª Tejeiro, Francisco Vidal, etc.

Publicaciones:
- El sexo débil ha hecho gimnasia, Biblioteca Teatral, nº 98, 1946.

- El sexo débil ha hecho gimnasia, Novelas y Cuentos, nº 1524, Madrid, 24 julio 1960, 53 pps.
- Obras completas, AHR, 1958, 1960, 1963, 1965, 1967, 1969, 1970, 1971, 1973.
- Tres comedias escogidas, Aguilar, 1962.


LA CRÍTICA HA DICHO:

[...] Esta comedia desmiente todo lo que se ha dicho respecto a la caída de Jardiel Poncela. Ella sola, con una fuerza inmensa, viene a desmentirlo. El sexo débil ha hecho gimnasia fue un éxito rotundo. Se estrenó en Barcelona y en Madrid al mismo tiempo; en Madrid, por la compañía titular del teatro de la Comedia, con Milagros Leal, que estuvo exquisita en su papel de Adelaida, en el primer acto, y dinámica y divertidísima, como sólo ella sabe hacerlo, en la Tía Lila, del segundo, junto a Leoncio y Pamela, que tan magistralmente llevó a escena Riquelme; en Barcelona alcanzó un éxito tan grande o mayor, de estreno y de taquilla, interpretada precisamente por la compañía que dirigía y de la que era empresario mi padre, con María Paz Molinero y Eduardo Hernández al frente.

Cómo la escribió

Enrique Jardiel Poncela ya estaba enfermo. Su única caída fue la enfermedad. Escribir esta obra ya le costó mucho trabajo. Lo que antes hubiera escrito en quince días, ya le costaba meses. Sufría mucho por eso y nos hacía sufrir a los que estábamos a su lado. La empezó en Madrid, en el café del Gato Negro, y también en el de la Luna, de Barcelona. Estaba yo entonces en Barcelona con él, y recuerdo que tenía que venir a Madrid precisamente para entregar la comedia a la compañía del teatro de la calle del Príncipe, que la esperaba para empezar los ensayos. Hicimos el viaje en coche cama; no durmió en toda la noche; se la pasó íntegra escribiendo, y todavía, al separarme de él, me dijo:
- Voy a meterme en un café, a ver si termino esto...
Lo terminó, pero le costó mucho.
El público no sabía lo que había sufrido el autor de aquella obra escribiéndola, ¡aquella obra que tanto gustaba!... El estreno de El sexo débil ha hecho gimnasia fue un éxito rotundo, un éxito como cualquier otro de los que tuvo cuando estaba bueno; pero ahora estaba enfermo, muy enfermo... Poco después se la premiaron, como la mejor obra estrenada en el año, con el Premio Nacional de Teatro. ¿Por qué han tenido especial cuidado todos los periódicos en callar este premio en la vida de un hombre que ya se estaba acabando?... No lo sé... Él siempre pensó que con su muerte vendrían las letanías, que con su muerte vendría la justicia que le habían estado negando tantos años...
(Evangelina Jardiel Poncela)

               

La comedia El sexo débil ha hecho gimnasia se desarrolla en dos tiempos muy lejanos entre sí, 1846 y 1946. Las protagonistas de 1846 son una réplica exacta de las que encontramos un siglo antes, pero no son las mismas, no existe aquí el malabarismo del tiempo de la comedia anterior [Cuatro corazones]. El autor pretende demostrar con su obra la evolución que la sociedad ha experimentado con respecto al comportamiento de la mujer que pasa de la sumisión del primer tiempo a la actividad extraordinaria e irreflexiva del segundo que el autor critica deshumanizándola, ironizando sobre ese falso progreso de la mujer.
(Carmen Escudero)

               

Personalmente, no me gusta ni me parece merecedora del galardón que obtuvo, a no ser que le fuese concedido como homenaje a su obra en general. Quizás en esta opinión adversa mía influya el hecho de que ya es un tema pasado y manido para la generación joven actual, aunque hoy día está de moda la literatura de protesta, de “libertad ante la sociedad”. Su hija Evangelina tiene una comedia inédita sobre este tema, titulada La verdad que no es mentira, en la que, según la tendencia teatral de hoy de simplificar el argumento y los personajes, una mujer que va a tener un hijo ilegítimo hace frente a la sociedad y no siente vergüenza por ello; fijémonos en que esto constituía solamente una de las figuras femeninas en la obra de su padre.
No es una comedia humorística, sino cómica, casi astracanesca. Los personajes son caricaturescos y la poesía ha sido sustituida por la acción, como ocurre siempre en los momentos cómicos de las obras de Jardiel.
(Manuel Ariza)

               

A través de su peculiar humorismo, Jardiel Poncela evoca un ambiente femenino de un siglo atrás y otro ambiente análogo, después de que “el sexo débil ha hecho gimnasia” en la época actual, mostrándose indudablemente más afortunado en la primera pintura, rematada con una escena de fuerte humanidad, que en la segunda, excesivamente recargada de tintas y en la que se advierten atisbos de unas costumbres no muy en consonancia con la moral y que, felizmente se apartan de la realidad.
El diálogo es vivo y ocurrente, aunque algunas de las ocurrencias –tal las de las repetidas alusiones a las correrías de una perrita- no revelan refinado gusto, y el público, siempre predispuesto a regocijarse con los dichos y hechos “jardelianos”, ríe y no regatea el aplauso.
(U. F. Zanni, La Vanguardia, 11 de octubre de 1946)

No hay comentarios: