miércoles, 4 de noviembre de 2009

Como mejor están las rubias es con patatas - Datos técnicos

COMO MEJOR ESTÁN LAS RUBIAS ES CON PATATAS


Humorada en un prólogo y dos actos.

Escrita en los siguientes lugares de Madrid: café Iruña, Bar Hollywood, Cafetería Las Rocas Blancas de Dover, La Posada del Mar, y café Varela.

Nº de personajes: 27 (15 femeninos + 12 masculinos), + un locutor de radio.
[Albertina, Tula, Marta, María, Dionisia, Melania, Heliodora, Pifi, Pepita, Liliana, Gipsy, Lucía, Flora, Mistress Fothingham, Taquígrafa // Bernardo, Buitrago, Coscollo, Obdulio, Rendueles, Pepito, Sidney Junior, Movellán, El profesor Lerchundi, El profesor Pallarés, Ulises Marabú, Rodríguez].

Escenario: Despacho-laboratorio de un hombre de ciencia en Madrid.
Época: Actual.

Secuencia temporal: Prólogo, no consta. Primer acto, veintitantos días después. Segundo acto, un mes después, a las 6,30 de una tarde de principio de verano.
Sinopsis: Es un divertido y extraño caso de canibalismo.
Argumento: El profesor Ulises Marabú es encontrado en la selva africana después de 15 años desaparecido y dado por muerto. Su regreso solo causará complicaciones, porque su viuda, Albertina, que está casada ahora con Bernardo, verá cómo este segundo matrimonio queda sin efectos legales. Pero lo peor es que Ulises, contagiado de las costumbres de los cafres, se ha convertido en un salvaje antropófago y ha tenido que ser enjaulado para preservar la vida de quienes le rodean.

Desarrollo de las escenas:
[Prólogo]
En torno a un aparato de radio están reunidos los familiares y amigos de Ulises Marabú, profesor desaparecido en África hace 15 años y que al parecer ha sido hallado con vida. Dos criadas discuten con mucha gracia de temas banales. Desesperación de Albertina, la viuda, que se ha vuelto a casar con Bernardo. Buitrago, un conserje, explica a Coscollo, un compañero de profesión y sordo como una tapia, las noticias que van radiando, empleando métodos un tanto peculiares. Obdulio, novio de Tula, la hija de Albertina, trata de encajar un discurso con su habitual pedantería. Más noticias por la radio confirmando el hallazgo del profesor. Reacciones de Coscollo ante las revelaciones que le transmite Buitrago. Pesar en Albertina y Bernardo al darse cuenta de que su matrimonio es nulo. Nueva crisis de Coscollo. Revelación de que Ulises viene enjaulado y hecho un cafre. Coscollo, en pleno delirio, se tira por la ventana.
[Acto 1]
Dionisia, hija de la portera, como si de un cicerone se tratase, enseña el estudio del profesor a la familia Rendueles, unos cotillas que vienen a satisfacer su curiosidad. Los señores de la casa permanecen como petrificados, y Coscollo, desde la caída por la ventana, de la que salvó la vida milagrosamente, se comporta como un pájaro. Melania anuncia a otra pareja de visitantes, Pepito y Pepita, cuyas intenciones aparentan ser las de una pareja de novios, aunque en realidad han venido a buscar un maletín con importante información, por el que la Academia de Oslo ha ofrecido una recompensa. Entra Buitrago, desesperado y dispuesto a prepararlo todo ante la llegada del profesor, y encuentra a los señores medio alelados en sus asientos. Dionisia sigue conversando con los visitantes. Melania introduce a unos extranjeros, de aspecto estrafalario, que apenas hablan castellano, al frente de los cuales va Liliana, la cabeza de familia. Se inicia un diálogo algo tedioso lleno de palabras extranjeras. Despiertan los señores de la casa al oír el ruido de unas pistolas que porta uno de los recién llegados. Conversan Albertina y Bernardo, desolados. Retorna Buitrago y da la noticia bomba de la afición antropofágica del profesor Marabú. Reacciones de los asistentes. Rumores acerca de las aberraciones cometidas por Ulises. Entra la comitiva con la jaula, al frente de la cual va Melania, la portera, con un foco para iluminar la grabación a cargo de Movellán, el redactor jefe de la Agencia de Prensa. Presentación del resto de la comitiva. Entra por fin la jaula con Ulises, que viene dormido. Al momento despierta y Albertina le abre la jaula. Desbandada general coincidiendo con el final del acto.
[Acto 2]
La radio se ha trasladado al estudio del profesor Marabú. Movellán entrevista a alguno de los espectadores que abarrotan la estancia. Discusión entre Ulises y Bernardo a propósito de las indirectas que éste le lanza, relacionadas con la comida, para fastidiarlo. Noticia del libro de cocina antropófaga que Ulises está escribiendo. Ulises justifica a los caníbales empleando métodos científicos y manifiesta su interés por comerse a Flora, la esposa de Lerchundi. Revuelo y espantada general, que Ulises aprovecha para salir de la jaula. Aparición de Dionisia vestida de princesa india, junto a Gipsy, de domadora. Entre ambas logran reducir a Ulises y que retorne a la jaula. Se marchan por la puerta secreta de la librería. Coscollo abandona su aspecto de pájaro, que ha estado fingiendo, y conversa con Ulises. Irrumpen Liliana y sus familiares pretendiendo cobrar una cantidad que ofrece la Academia de Oslo a cambio de unos importantes documentos que Ulises guarda en alguna parte. Por sus palabras, deducimos que Ulises no es quien dice ser. Amenazándole con unos cuchillos, le reclaman un maletín donde están esos importantes documentos, que ella encontró en la selva tiempo atrás y se lo dio a guardar a Ulises. Dionisia, aliada de Liliana, interroga a Ulises, y éste dice no saber nada, por lo que Liliana trata de golperle con una piedra y le recrimina su ingratitud, pues al parecer salvó la vida de Ulises el día que éste, acompañado de la propia Liliana y del hermano de ésta, regresaron de la selva, y fueron atacados por unos leones. Ella, con la única bala que le quedaba, mató al león que atacaba a Ulises, dejando morir a su propio hermano, cegada por la codicia del maletín. Dan un ultimatum a Ulises y se marchan por la puerta oculta. Van entrando Melania y luego Albertina, y creen que Ulises se ha zampado a Dionisia y a Bernardo, que no aparecen. Se reúne a todo el personal de la casa, al tiempo que, por la puerta oculta, aparecen los 'desaparecidos'. Movellán, el periodista, sale de debajo de la mesa, en donde ha estado grabandolo todo, y revela que el verdadero Ulises murió en la selva, y que el que se hace pasar por él es en realidad un tal Fructuoso Bermejillo, esposo de Melania y padre de Dionisia, a las que abandonó años atrás.

Comentario: Tras un primer acto magnífico, lleno de situaciones y diálogos salpicados de ingenio, el segundo resulta un tanto flojo y confuso, tal vez por la proliferación de personajes innecesarios y por algunos aspectos argumentales que quedan muy en el aire. El tercer acto recupera la brillantez hasta que se zambulle en los terrenos del folletín, perdiendo frescura, con un final bastante artificial, forzado y escasamente verosímil.
En general hay exceso de personajes y sobra todo el enredo del maletín y de los papeles y la suplantación de personalidad, que llevan a un final decepcionante y casi ramplón. Cabe apreciar no obstante algunos caracteres magníficamente concebidos, desde el propio Ulises hasta Dionisia, sin olvidar a Coscollo, que a pesar de los excesos en que incurre en muchos momentos, es el verdadero resorte de la risa y uno de los personajes sobre los que gravita esta irregular comedia.

Estreno: Teatro Cómico de Madrid el 6 de diciembre de 1947.
Reparto: Mª Luisa Gámez (Albertina), Ángel G. Alguacil (Bernardo), Tomás M. Cao (Buitrago), Gregorio Díaz Valero (Coscollo), Julita Castellanos (Tula), Germán Algora (Obdulio), Carmen Labajos (Marta), Lolita Castro (María), Mercedes Siller (Dionisia), Aurelia Guillén (Melania), Mariano Alcón (Rendueles), Mª Paz Campos (Heliodora), Maruja Recio (Pifi), Charo Mercader (Pepita), Miguel Ángel Gil (Pepito y voz de redactor jefe), Anna Farra (Liliana), Mª Luz Jardiel (Gipsy), Francisco Olías (Sidney Junior), Carmen Baus (Lucía), José Mª Escuer (Movellán), José Martí Orús (El profesor Lerchundi), Elvira Espinosa (Flora), Luis Carreras (el profesor Pallarés), Aurelia Treviño (Mistress Fothingham), Manuel Hernández (Ulises Marabú), Julián Manrique (Rodríguez).

Obras inspiradas en esta comedia:
Alfonso Paso: «Una bomba llamada Abelardo», farsa burlesca, menos fantástica de lo que pa¬rece, en dos actos, estrenada en el teatro María Guerrero de Madrid el 6 de mayo de 1953.

Se aprecian claras influencias en los siguientes elementos:
- Perfil de Abelardo Sanchidrián, el personaje central, que oculta su verdadera identidad, al igual que sucede con Ulises Marabú, y aparición en escena bien entrada la obra.
- Comportamiento y trato perruno dispensado al criado, tanto con palabras como con ademanes, y coincidencia entre el nombre de éste (Bobi), con el del perro de Jardiel.
- Anglofobia en algún comentario a cargo de uno de los personajes.
- Introducción de un locutor de radio, que en ciertos momentos narra lo que está sucediendo fuera del escenario.
- Cierto recuerdo entre el Rómulo Coscollo de Jardiel y el hombre que carga y descarga pianos en la obra de Paso.

La comedia de Paso, además, evoluciona de más a menos y recurre a un final bastante mediocre. También hay algunos chistes léxicos de menos categoría que los de Jardiel.

Publicaciones:
- Como mejor están las rubias es con patatas, Biblioteca Teatral nº 100, 1947.
- Obras completas, AHR, 1958, 1960, 1963, 1965, 1967, 1969, 1970, 1971, 1973.
- Tres comedias escogidas, Aguilar, 1962.

LA CRÍTICA HA DICHO:

El estreno de esta comedia fue una batalla campal. Nadie se enteró de nada de lo que ocurrió, y nadie, tampoco, consiguió oír la comedia. Todo fue peleas, insultos. Pero dejemos al señor García que nos cuente las vicisitudes del estreno:
Desde antes de levantarse el telón, un denso murmullo recocía en el ambiente. Aun así, a pesar de las ganas, no consiguieron meterse con el prólogo. Al caer el telón, las pocas personas de buena fe que había en la sala iniciaron el aplauso o se abstuvieron de aplaudir, como casualmente se abstienen los que van de claque o de reventadores.
-¿Por qué, señor García? ¿No es atrevido el prólogo? ¿No encierra gracia? ¿No es bueno, en una palabra?
-Pues por eso.
-No lo comprendo. ¿Por qué tiene tantos enemigos este hombre?
-Porque es genial, cosa sobradamente demostrada y que no perdonan los tontos.
-¿Y por qué no le perdonan?
-Por mediocres. ¿Qué autor del presente ni del pasado levanta en su torno tantas y tan furibundas pasiones como Enrique Jardiel Poncela? Ninguno. ¿Y por qué? Por todo lo que vale. Usted, amigo, que no se pierde un estreno, ha visto al mismo público que ahora llena la sala, al público estrenista, aplaudiendo a tantos autores ñoños que nada dicen porque nada tienen y nada tuvieron nunca que decir, y a tantas comedias inodoras, incoloras e insípidas, en las que nunca se dijo nada nuevo ni se adornan con destello alguno... ¡Qué voy a decirle!
Transcurrió el acto segundo. Y por un sentimiento de justicia, los que antes se abstenían de aplaudir lo hicieron ahora, indignados, para contrarrestar el efecto de los pateadores. Estos arreciaron, enloquecidos.
-Vea usted cómo aporrea el suelo con su bastón aquel conocido crítico. ¿Qué le parece? Es edificante, ¿verdad? Observe: en aquel palco platea hay una señora con un martillo. ¡Qué modas tan raras!, ¿eh? ¿Se ha fijado en cuánto cojo hay esta noche en la sala?
-¿Cojos?
-Sí; embastonados.
En el acto tercero la bronca fue descomunal de principio a fin.
Hubo gritos, bofetadas, aullidos, aplausos, pateos... Un espectador ladraba como un consumado perro. Nadie logró enterarse, en absoluto, de nada del tercer acto. Algunos espectadores protestaban a voz en grito:
-¡Hemos pagado para escuchar la comedia!¡Que se vayan los que no quieran oír y nos dejen enterarnos!...
Un viejecito tomó su gabán y salió resignado. “Tendré que volver mañana –dijo-. Hoy no logro enterarme de nada. Pero ¡a esto no hay derecho!¡No lo hay! ¿Cómo sabrán si la comedia les gusta si no es posible oír ni palabra? ¡Oh qué público más inteligente!”
Cuando salimos, los reventadores preguntaban con sonrisa de triunfo:
-Y Jardiel, ¿qué dice?
-Jardiel está muy por encima de todas estas miserias. Preguntádselo al señor García.
-Pero ¿es que a ti te gusta este teatro?
-¡Plenamente! Como os gustará a vosotros cuando Jardiel se haya muerto. Ahora, no, porque vosotros sois así. ¿De acuerdo, amigo García?
-De acuerdo.

Creo, lectores amigos, que con esto también os haréis una ligera idea de lo que ocurrió. Y pienso que, después de las declaraciones del señor García, lo que yo pueda decir carecería de importancia.
(Evangelina Jardiel Poncela)

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Había una sospechosa abundancia de bastones que fueron usados con entusiasmo para patear la obra, incluso por parte de algún crítico. Toda esa saña contra un hombre enfermo que presentaba una comedia llena de fantasía en la que, dejando aparte valores como la idea central -el regreso a casa de un científico que se ha hecho caníbal-, el maravilloso tipo cómico del criado sordo a quien otro le explica las cosas en lenguaje de telegrama (ALUDIENDO PERSONAS FAMILIA ACONSÉJOTE MÁS RESPETO SEÑORITA HIJA PROFESOR POLLO NOVIO SEÑORITA), o la perfecta estructura del primer acto, que termina precisamente con la aparición del caníbal en escena, volvemos a quedarnos con una vuelta de tuerca en sus personajes testigos. Aquí, los Rendueles, el señor, la señora y la niña, asisten a la escena en un diván, y ¡pagan entrada! a la hija de la portera.
(José Ramón Fernández)

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Escrita cinco años antes de su muerte, es la última comedia de Jardiel rabiosamente cómica, otra farsa, otra comedia “sin corazón”, en la que se cumple el análisis de Ramón -“una obra con tres obras al fondo”-, y en la que el autor, como despedida, acumula su ya acostumbrado, incontenido tropel de situaciones absurdas, vividas por hasta veintiséis absurdas y gesticulantes criaturas escénicas. Otra vez, como ocurre casi siempre, Jardiel trata de salir airoso de tanto enredijo inventando un final justificador, despegado por su “lógica” de la incongruencia de los materiales antes agrupados. Hasta ahí, no obstante los renuncios de la comedia –resultado de tanto esfuerzo del autor por superar sus obstáculos-, su clima, su ritmo, su ingeniosidad y dinamismo, proporcionan a quien ha podido presenciar tranquilamente, después de su accidentado estreno, su representación, un buen rato de diversión.

(Emilio González-Grano de Oro)

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Como mejor están las rubias es con patatas resulta, a juicio de la crítica (Escudero, 1981; Oliva, 1993), una obra fallida, y una de las más flojas del autor, que desaprovecha por completo el magnífico punto de partida que ofrecía. En lugar de continuar el conflicto que se les plantea a Bernardo, Albertina y Ulises, Jardiel Poncela desarrolla, sin mucha convicción, una intriga policíaca alocada. Al final de la obra, como el reaparecido resulta no ser el primer marido de Albertina, se presupone que todo vuelve a la normalidad entre los enamorados, y, ahora sí, legalmente casados, Bernardo y Albertina.
(César Besó)

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