BLANCA POR FUERA Y ROSA POR DENTRO
Comedia en dos actos, el primero dividido en tres cuadros.
Escrita en 1943, en los siguientes lugares: Café Gato Negro y Café Recoletos de Madrid.
Nº de personajes: 18 (7 femeninos + 11 masculinos), aparte de una pareja, de dos muchachas, y de cinco seis figurantes más de ambos sexos.
[Blanca, Mónica, Ervigia, Beatriz, Anita, Remedios, Maxi // Ramiro, Héctor, Camilo, Fonseca, Perales, Lorenzo, Pallejá, Maquinista, Empleados, Camarero].
Escenario: Acto 1º Cuadro 1º, saloncito en un ático de construcción moderna en Madrid; Cuadro 2º, dos departamentos de un vagón de ferrocarril; Cuadro 3º, campo; Acto 2º, salón "boudoir" en la casa de Madrid.
Época: Actual.
Secuencia temporal: Cuadro 1º, última hora de la tarde de un día de primavera [7 de junio]. Cuadro 2º, una hora después. Cuadro 3º, instantes después. Acto 2º, cinco o seis meses después, a media tarde de un día de otoño [16 de septiembre].
Sinopsis: Desarrolla un experimento en el que hay un caso de amnesia con una mutación de carácter.
Argumento: Al contrario que su hermana Rosa, joven fea pero muy bondadosa y que falleció en un accidente de tren, Blanca es hermosa pero con un carácter insoportable, y mantiene constantes y estrepitosas broncas con su esposo Ramiro. Tras sufrir otro accidente ferroviario se producirá en ella una mutación de carácter, pero al sentirse como Rosa, se irá enamorando de su cuñado Héctor, que estuvo casado con la hermana fallecida. Los esfuerzos de Ramiro, Héctor y el doctor Fonseca por hacerla volver a su estado primitivo son infructuosos, hasta que otro médico, el doctor Pallejá, sugiere reproducir el accidente en casa, lo que definitivamente tiene éxito.
Desarrollo de las escenas:
[Acto 1. Cuadro Primero]
Tras la batalla campal que ha tenido lugar en casa del matrimonio Barrantes, llega Héctor, primo y a la vez cuñado de la señora, al haberse casado en su día con la difunta Rosa, hermana de Blanca, pero de carácter completamente opuesto. Queda estupefacto ante el panorama que presenta el salón, absolutamente destrozado. Camilo, un criado, le pone al día con toda naturalidad de los acontecimientos que han tenido lugar, resultando que él y Héctor fueron en su día camaradas durante la guerra. Le explica lo mal que se llevan los señores y sus constantes broncas, a pesar de que en el fondo se quieren. Héctor a su vez le explica que a él le gustaba Blanca, pero que como era novia de Ramiro, eso le hizo acercarse a la hermana, con la que se casó y que murió a los dos años de matrimonio, en el descarrilamiento del tren de Algeciras. Y como está comido por los celos, pues le sigue gustando Blanca, ha decidido huir a la Patagonia. Entra Ramiro, el esposo de Blanca, y tras conocer las intenciones de Héctor, siente en el fondo envidia, pues cada vez soporta peor las reyertas con su esposa. Por fin aparece Blanca, muy amable tanto con Héctor como con su esposo, aunque su amabilidad va dando paso a un paulatino enfurecimiento. Vuelan objetos por el salón; cada uno se parapeta donde puede. Llega el doctor Fonseca, que ha ido a la casa a atender a una criada herida levemente durante la refriega y que va dignosticando enfermedades a todo el que encuentra a su paso y al que todos parecen rehuir. Se encara con Mónica, ama de llaves desmemoriada, a la que diagnostica epilepsia, ante la lógica desolación de ésta. Ramiro dialoga con Héctor acerca del diferente carácter de las dos hermanas, y se lamenta de que Blanca no sea como a él le gustaría. Se enfurece y lo inmovilizan, lo que aprovecha Blanca para arremeter contra él y manifestar su deseo de irse a la finca de Algeciras. Ramiro se muestra de acuerdo y decide a su vez acompañar hasta Algeciras a Héctor, quien de allí partirá hacia la Patagonia. Se preparan los equipajes mientras unos y otros se van zafando de Fonseca, que parece dispuesto a soltarles un discurso acerca de la Patagonia. Sólo Mónica se muestra interesada en hablar con el doctor, y tras comentarle un desengaño amoroso, le pregunta cómo es esa epilepsia que le ha robado el novio. Fonseca, indignado, hace ademán de marcharse, y recibe el encargo de sacar los billetes de tren para Algeciras tanto por parte de Blanca como de Ramiro.
[Acto 1. Cuadro Segundo]
Fonseca da instrucciones a un empleado del tren, mientras éste coloca los equipajes en los respectivos coches-cama. Ramiro y Héctor comentan la circunstancia de viajar en el mismo tren que Blanca, y su deseo de no coincidir en el restaurante, por lo que reservan el primer turno para la cena. Fonseca sube al tren para despedir a Blanca y le comenta que no ha podido conseguir los dos departamentos juntos, pero que puede trasladarse al de Ramiro o viceversa. Ella se irrita, pues desconocía que Ramiro también viaja en el tren. Héctor comenta a Ramiro la casualidad de que sea el mismo tren que en su día descarriló y causó la muerte de Rosa. Fonseca llega desolado pues el tren se ha puesto en marcha sin darle tiempo a apearse, por lo que tendrá que seguir viaje hasta Aranjuez. Blanca reserva ticket para el primer turno de la cena, creyendo que así evitará encontrarse con Ramiro. Al llegar al vagón restaurante, sin embargo, allí están todos y es Fonseca quien se lo hace saber a Blanca, a pesar de que Ramiro trata de parapetarse tras un periódico. Fonseca hace que Héctor y Ramiro pasen a la mesa de Blanca, sin saber que no desean cenar juntos. Se respira una atmósfera tensa que desemboca en una discusión acalorada entre el matrimonio, mientras Camilo y Mónica retiran las botellas para evitar que las empleen como armas arrojadizas. Fonseca le larga un discurso a Héctor al tiempo que se rompen los dos primeros platos. Suena el silbato de la locomotora y un gran estruendo. Las luces se apagan y todos caen al suelo.
[Acto 1. Cuadro Tercero]
Ramiro, en pleno campo, lleva a Blanca en brazos, y tras él caminan Fonseca y Héctor. El doctor examina a Blanca. Aparece el maquinista, comentando con un empleado que hay muchas víctimas y que todo se ha debido a una alucinación sufrida porque al parecer se le apareció un rostro de mujer delante de la máquina. Fonseca descubre que Blanca está viva, pero ni habla ni conoce, fruto de una amnesia, y que por cierto sonríe como lo hacía en tiempos su hermana Rosa.
[Acto 2]
Mónica, a raíz del accidente, hace alarde de una memoria prodigiosa y reparte instrucciones al resto del servicio doméstico. Aparece Perales, maestro de Blanca, que está tratando de enseñar a ésta a leer y escribir, hacer cuentas, dibujo y algo de cultura general. Le van poniendo al día de la historia de las dos hermanas y de la actitud de Ramiro, que pasó de la preocupación a la alegría al comprobar la mutación de carácter de su esposa, ahora bondadosa y mansa como Rosa, la hermana fallecida. Y para que nada le recuerde a ésta su vida anterior, han cambiado la decoración del piso, no se puede discutir en su presencia, y hay incluso una lista de palabras que no pueden pronunciarse delante de ella. Entra Blanca, amabilísima, preparándose para sus clases, a las que asisten Ramiro y dos criados. Perales le toma la lección de aritmética, que resulta un tanto peculiar. Aparece Héctor y Ramiro se alarma creyendo que ella lo va a reconocer, haciendo trasladar a Blanca a otra habitación. Héctor quita importancia a su presencia allí, pues ya el día anterior Blanca se lo encontró pero él no se dio a conocer. Le propone que trate de que Blanca vuelva a ser como era antes, en lugar de mantenerla como si fuera Rosa, pues la que quería a Ramiro era en realidad Blanca, mientras que Rosa amaba a Héctor. Regresa Blanca y saluda a Héctor, a quien acaba de retratar de forma inconsciente y de memoria, sin que logre explicarse esa circunstancia. Ello convence definitivamente a Ramiro de que debe cambiar la estrategia y efectivamente procurar que Blanca vuelva a ser como era antes del accidente. Deciden ambientar el piso de forma adecuada, y Camilo comienza a romper objetos y desparramarlos por el suelo, pronunciando en voz alta todas las palabras prohibidas por si ello logra hacerla recordar. Llaman incluso a unos vecinos para que discutan allí. Estos lo hacen, un tanto forzados al principio, y más tarde de verdad al requerirse la presencia de la suegra del muchacho. Blanca zanja la discusión echando al novio de allí. Llega Fonseca, acompañado del doctor Pallejá, una eminencia que tratará de devolver la memoria a Blanca reconstruyendo el accidente. Todos se ponen manos a la obra y hacen del salón un improvisado vagón de tren. Traen a Blanca y Camilo empieza a tirar mesas y sillas y a hacer el ruido del descarrilamiento. Blanca reacciona al fin y, furiosa, empieza a echar a toda esa gente de su casa, y a insultar a Ramiro, que sin embargo se muestra encantado y feliz con la recuperación de su esposa. Y Mónica, el ama de llaves, vuelve a perder la memoria definitivamente como consecuencia del simulacro realizado.
Comentario: Pieza llena de aciertos y de situaciones hilarantes, que forma parte del núcleo de obras maestras de su autor. Junto a la figura de Blanca, joven hermosa pero de pésimo carácter, hay que destacar los personajes de Mónica, criada que pierde y recupera la memoria cada vez que experimenta una emoción brusca, y del doctor Fonseca, médico pesado pero lleno de comicidad.
El primer acto, aun siendo bueno, resulta tal vez algo facilón y previsible, aunque incorpora algunos recursos cómicos de lo más variado, como el escenario destrozado y varias batallas campales, sin olvidar los característicos juegos de palabras. Y cuando la comedia parece estar agotada, el accidente de tren representa una nueva vuelta de tuerca que da paso a un segundo acto absolutamente brillante en donde se suceden las sorpresas y las situaciones, derivadas de la mutación de carácter de dos de los personajes.
Son inagotables los recursos cómicos que Jardiel incorpora a lo largo de este segundo acto: desde el personaje vestido de la misma tela que el sofá, hasta la existencia de una lista de palabras prohibidas de pronunciar delante de la esposa, empleado más tarde precisamente para lo contrario, para ser dichas a voz en grito por Camilo. Situaciones esperpénticas, como la disputa forzada de los novios o la curiosa lección de aritmética. Y personajes geniales, como ya se ha dicho, sin que falten dos representantes del estamento médico -Fonseca y Pallejá-, de los cuales, si magnífica es la forma en que retrata al primero, no lo es menos la del segundo, aunque su intervención sea mucho más breve.
En suma, todo el talento arrollador de Jardiel se manifiesta plenamente en esta increíble comedia, en la que, como dato anecdótico, hay que reseñar una pequeña imprecisión referente a la secuencia temporal en que se desarrolla el segundo acto, pues mientras en las acotaciones preliminares se indica que transcurre durante una tarde de otoño, uno de los personajes sin embargo lo sitúa el 16 de septiembre, todavía verano aún por tanto.
Otros datos: A lo largo de los años, se ha representado y/o editado unas veces con el título de Blanca por fuera y Rosa por dentro, y otras con el de Blanca por fuera, Rosa por dentro. De igual forma, la palabra Rosa puede aparecer en mayúsculas o minúsculas, siendo lo correcto emplear las mayúsculas.
Igualmente hay cierta disparidad a la hora de distribuir la obra en actos y cuadros, pues en las Obras Completas se designa como “Comedia en dos actos, el primero dividido en tres cuadros”, mientras que en la edición de Biblioteca Teatral se califica erróneamente como “Comedia en dos actos, cada uno dividido en dos cuadros”.
Estreno: Por la compañía titular en el teatro de la Comedia de Madrid el 16 de febrero de 1943.
Reparto: María Cuevas (Blanca), Milagros Leal (Mónica), Antonia Plana (Ervigia), Antoñita Jiménez (Beatriz), Laura Laserna (Anita), Elvira Soler (Remedios), Isabel Granizo (Maxi), Rafael Navarro (Ramiro), Julio Arroyo (Héctor), José Orjas (Camilo), Carlos A. Segura (Fonseca), Gregorio D. Valero (Perales), Luis Barbero (Lorenzo), Antonio Monsell (Pallejá y Maquinista), Manuel Gutiérrez (Empleado 1º), Manuel Hernández (Empleado 2º), Francisco A. Olías (Camarero).
Otros montajes posteriores:
- 30 ago 1946: Teatro Barcelona (Barcelona): Reposición.
- sep ?: Teatro Marquina (Madrid).
- 21 dic 64: Teatro Windsor (Barcelona). Intérpretes: Berta Riaza, Ricardo Lucía, Ramón Durán, Mª Rosa Sardá, Marisa Naya, Rafael Anglada, etc.
Adaptaciones cine:
Blanca por fuera y rosa por dentro (1971). Dirección: Pedro Lazaga. Guión: Luis García de Blain-Pedro Lazaga. Música: Antón García Abril. Intérpretes: José Luis López Vázquez, Esperanza Roy, José Rubio, Josele Román, Rafael Alonso, Valeriano Andrés, Manuel Alexandre, Margot Cottens, etc.
Publicaciones:
- Blanca por fuera y Rosa por dentro, Biblioteca Teatral, nº 44, 1943.
- De "Blanca" al "gato" pasando por el "bulevar", Biblioteca Nueva, 1946.
- Idem, Juventud, 1947.
- Obras teatrales escogidas, Aguilar, (Joya), 1948, 1953, 1957, 1961.
- Blanca por fuera y Rosa por dentro, Novelas y Cuentos, 1954.
- Obras completas, AHR, 1958, 1960, 1963, 1965, 1967, 1969, 1970, 1971, 1973.
- Obras Selectas, Biblioteca Nueva, 2003, 2004.
Traducciones:
- Portugués: José H. Gallardo / Barbosa.
LA CRÍTICA HA DICHO:
En este teatro parodístico de Jardiel vuelve a cobrar valor y a cargarse de sentido la gran invención de la pantomima... Todos los grandes y eternos resortes de la risa, el miedo, la impasibilidad, las situaciones equívocas, los bruscos contrastes, el exceso de horror, lo inesperado, lo desconcertante, lo inverosímil, lo maravilloso junto a lo ridículo, son usados y manejados por Jardiel con un desembarazo y una soltura, con un conocimiento de la reacción del público, que le ratifican, desaparecido el gran Muñoz Seca, en el puesto de primer autor cómico contemporáneo.
(Alfredo Marqueríe)
... Pero he aquí que todo esto queda envuelto por un humorismo retrasado, por un vocabulario simple y por unos procedimientos de violencia escénica que deben quedar fuera de la línea de un autor que tanto puede influir en el público como Jardiel Poncela. En estos momentos de agonía teatral, en los cuales el público acude desorientado y pacífico a todo lo que le sirven en las salas de espectáculo, los autores de cierta responsabilidad deberían meditar sobre el daño que poco a poco se puede ir haciendo en el gusto del público, y sobre todo, en su modalidad psicológica.
(Ángel Crespo)
[…] Tiene como tema central la amnesia y sus consecuencias en las personalidad humana. Para desarrollarlo, Jardiel imprime a la obra un ritmo rápido, cinematográfico, atropellado, tanto en la acción como en la acelerada sucesión de situaciones y del uso velocísimo del diálogo, tan paralelamente enmarañados como el proceso mental de quien en la comedia pierde o recupera la memoria al mismo tiempo que la personalidad. El argumento, simple al principio, se complica finalmente, siguiendo una trayectoria típicamente jardeliana, que desemboca, típicamente también, en un desenlace-declaración casi instantáneo y de gran efecto cómico.
(Emilio González-Grano de Oro)
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