jueves, 17 de septiembre de 2009

No se culpe a nadie de mi muerte - Datos técnicos

No se culpe a nadie de mi muerte

Juguete cómico en tres actos, escrito en 1928, en colaboración con el ventrílocuo Felipe Moreno.
Incorpora 28 versos alejandrinos seguramente del propio Jardiel.

Nº de personajes: 18 (7 femeninos y 11 masculinos) + dos voces y tres figurantes
[Segunda, Alberta, Cristina, Valentina, Hortensia, Inocencia, Palmira, Rosario // Botones, Monsieur Fer­nandez, Fotógrafo 1º, Fotógrafo 2º, Gastón, Narciso, Criado 1º, Criado 2º, Roberto, Exoristo, El Otro].

Escenario: Acto 1º, vestíbulo de un hotel a 60 kilómetros de San Sebastián. Acto 2º, terraza del hotel. Acto 3º, habitación del hotel y pasillo.
Época: La de su composición.

Secuencia temporal: Acto 1º, un día de septiembre, por la noche. Acto 2º, septiembre, a las 10 de la ma­ñana. Acto 3º, mismo día, al declinar la luz.
Argumento: Un barón multimillonario hastiado de la vida desea suicidarse, pero todos sus
intentos fra­ca­san por algún motivo. Se contrata a un asesino profesional para que pueda cumplir su deseo, pero con­for­me se ultiman los detalles el barón va teniendo más ganas de vivir y finalmente se evita la tragedia, de la que por cierto más de uno esperaba sacar tajada económica.
Comentario: Obra no tan desdeñable como podría pensarse, llena de detalles y situaciones de una comi­cidad más que notable. A destacar en especial la escena en que se discute acerca del método que empleará el asesino para acabar con la vida del barón. Los recursos humorísticos abarcan desde los clásicos juegos de palabras hasta la caracterización del personaje central, convertido en mujer durante buena parte del último acto, sin olvidar tampoco una ingeniosa escena en que, en un disco, un rapsoda recita unos versos de Hamlet, que parecen cobrar vida y referirse a lo que está haciendo uno de los actores. El personaje de El Otro, además, da lugar a abundantes y graciosos equívocos. Aunque no faltan tampoco algunos re­cur­sos un tanto rancios, como apagones de luz y balas perdidas. En definitiva, hay mucho más Jardiel del que parece, aun sabiendo que es imposible discernir qué parte de la obra la escribió él y cuál su colaborador.

Publicación:
- Ariza Viguera, M.: Jardiel Poncela en la literatura humorística española, Fragua, 1974, pp. 213-288.

La crítica ha dicho:
La mayor importancia de esta comedia radica en su argumento, pues sirve, si no de punto de partida, sí de base para muchos fragmentos de su novela Espérame en Siberia, ¡vida mía!, publicada un año más tarde. [...] Por supuesto, en la obra de teatro el argumento es mucho más sencillo y no tiene ninguno de los elementos eróticos que posee la novela, como tampoco hay que pensar en hallar la larga serie de viajes -cambios de escenario al fin y al cabo- que se dan en Espérame... Por otra parte, esta diversidad de es­cenarios novelescos y estos episodios amorosos hacen que el número de personajes sea mayor y tengan una personalidad más definida; sin embargo, la verdadera trama de la novela, lo que podríamos llamar su síntesis, está ya en No se culpe a nadie de mi muerte: Un personaje, cansado de vivir, proyecta suicidarse, fallan -por diversas causas- estos intentos y entonces surge un asesino para matarle, lo que hace que el protagonista, de repente, recobre el deseo de vivir, huya de esa muerte y encuentre el amor.
[...] Resumiendo: es una comedia bastante deficiente, anodina y cuyas virtudes -el tema del asesinato voluntario y unos cuantos diálogos y situaciones- están posteriormente recogidos en otros escritos de Jardiel. No añade, por lo tanto, nada nuevo a lo ya conocido, pero nos muestra la razón que Jardiel tuvo al rechazar estas obras que no podían significarle nada como autor teatral.
(Manuel Ariza)

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