Sin que haya un solo distingo,
sin una sola excepción
sufrimos la restricción
de luz durante el domingo.
Nos pasamos la mañana
a oscuras, entinieblados;
pero un día a la semana
no hay castigos alumbrados.
Cubre la casa a porfía
un negrísimo capuz;
pero siquiera hay un día
en que no gastemos luz.
En tal tiempo la criada
luce un traje que enamora;
mas, ¡ay! que en domingo, ahora
ya no puede lucir nada…
Cesa del timbre el denuedo,
(¡timbre maldito cien veces!)
Pero, en cambio, no dan miedo
con su llamar, los ingleses…
Tiene sus ventajas todo
y todo sus contras tiene;
pero yo no sé a qué viene
el quitar luz de ese modo.
El domingo, en general,
nadie trabaja en el Mundo.
¡Qué fantástico y rotundo
descanso dominical!
Así, a las mil maravillas
comprendo cosa tan rara.
Quitan luz, sin duda, para
que descansen las bombillas…
sin una sola excepción
sufrimos la restricción
de luz durante el domingo.
Nos pasamos la mañana
a oscuras, entinieblados;
pero un día a la semana
no hay castigos alumbrados.
Cubre la casa a porfía
un negrísimo capuz;
pero siquiera hay un día
en que no gastemos luz.
En tal tiempo la criada
luce un traje que enamora;
mas, ¡ay! que en domingo, ahora
ya no puede lucir nada…
Cesa del timbre el denuedo,
(¡timbre maldito cien veces!)
Pero, en cambio, no dan miedo
con su llamar, los ingleses…
Tiene sus ventajas todo
y todo sus contras tiene;
pero yo no sé a qué viene
el quitar luz de ese modo.
El domingo, en general,
nadie trabaja en el Mundo.
¡Qué fantástico y rotundo
descanso dominical!
Así, a las mil maravillas
comprendo cosa tan rara.
Quitan luz, sin duda, para
que descansen las bombillas…
Publicado en La Correspondencia de España, 2 enero de 1922.
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