Cuando Jardiel Poncela compró su primer automóvil, invitó a un amigo a dar una vuelta por Madrid. Rápido y preciso, sorteó los accidentes del tráfico y en la carretera de Chamartín apretó la marcha.
El amigo, admirado, le dijo:
-Has aprendido en pocos días.
-Todavía no tengo el carnet; pero no importa.
-¡Pero si tienes una pericia enorme!
Y Jardiel añadió muy serio:
-Ahora ya sólo me falta saber frenar.
(Federico Bravo Morata)
martes, 18 de agosto de 2009
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