En cierta ocasión le presentaron a Jardiel a un escritor muy presumido. Se le hizo antipático desde el primer momento y el popular humorista no supo o no quiso disimularlo. Entonces, el otro le dijo ásperamente:
-Ha de saber usted que todo lo que yo soy no se lo debo a nadie. Tengo el orgullo de haberme hecho yo mismo.
-¡Menos mal! –dijo Jardiel-. Con eso descarga usted a Dios de una terrible responsabilidad.
(Federico Bravo Morata)
sábado, 8 de agosto de 2009
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